Una cena familiar
Grecia
Habían pasado ya dos días desde que Andrea me propuso matrimonio. Mi madre y sus padres ya lo sabían, pero aún no le habíamos dicho a mi padre. Sinceramente no sabía cómo reaccionaría y eso me provocaba un nudo en mi garganta. Los nervios me dominaban y no quería hacer esa cena. Sin embargo, no podía casarme sin que mi papá se diera cuenta. Entro al baño y templo el agua de la ducha, me desvisto y comienzo a bañarme.
Cuando termino, seco mi cabello y humecto mi piel. Comienzo a buscar la ropa adecuada para la cena. La temperatura iba disminuyendo conforme se acercaba la navidad, así que tenía que abrigarme. Escojo una camisa blanca con una falda ajustada color gris que llegaba un poco arriba de las rodillas, agrego un suéter y unas medias de color negro con unos zapatos del mismo color y finalmente me pongo un abrigo café claro. Maquillo mi rostro naturalmente y dejo mi cabello suelto.
Bajo al comedor y reviso que todo esté perfectamente acomodado. Me acerco a la cocina y observo que los platillos ya están listos. Mi corazón comienza a latir rápidamente por los nervios y regreso a la sala. Mis padres se estaban preparando, así que estaba sola. El timbre resuena en toda la casa y me acerco a abrir la puerta. Al hacerlo me encuentro con mi prometido.
—Te ves preciosa— dice y sonrío.
Andrea vestía un traje gris oscuro con una camisa blanca y una corbata rosa. Me tiende un ramo de dalias rojas y me acerco a él. Uno nuestros labios y lo abrazo. Entonces alguien aclara su garganta, me separo de él y giro mi cuerpo. Río cuando veo a mi padre sujetado de la mano de mamá.
Regreso mi mirada a Williams y su rostro sonrojado tiene una expresión de miedo. Caminamos juntos hacia el comedor y tomamos asiento en nuestras respectivas sillas. Muerdo mi labio inferior nerviosa y muevo mis manos, que tenía colocadas en mi regazo.
—Papá, tenemos que decirte algo importante— digo y mi padre frunce su ceño, sé que comienza a imaginar varias cosas exageradas así que interrumpo sus pensamientos y decido hacer una pequeña broma. –Estoy embarazada— mi padre escupe el agua y se levanta de su lugar. Camina hasta Andrea y lo obliga a hacer lo mismo.
—¿Cómo te atreves a dejar embarazada a mi hija? ¿Acaso tus padres no te enseñaron a respetar?— grita y me paro de la silla.
—Padre— intento arreglar lo que he ocasionado.
—No te metas en esto, Grecia. Esto es entre este poco hombre y yo— muerdo mi labio inferior.
—Papá, no estoy embarazada, sólo me casaré con Andrea— grito mientras cierro mis ojos y todo se queda en silencio.
Abro mis ojos azules y observo la expresión de mi padre. Sonrío tímidamente y él se aleja de mi prometido. No dice una sola palabra y eso me asusta, entonces se acerca a mí y me rodea con sus brazos. Siento el calor de su cuerpo y me siento en casa.
—En verdad has crecido— susurra mientras escucho sus sollozos y no puedo evitar hacer lo mismo que él. –Ya no eres una niña—
—Siempre seré tu niña, eso nunca cambiará— respondo.
Mi madre sonríe desde atrás. Nos separamos y gira hacia Williams, ruego en silencio, esperando que no haga uno de sus típicos comentarios. Mi corazón late rápidamente hasta que lo abraza, sorprendiéndonos a todos. Andrea frunce su ceño y le devuelve el abrazo.
—Cuida a Grecia, por favor— sonrío y mi vista se nubla por las lágrimas.
—Con mi vida— responde.
La cena continúa tranquilamente luego del anuncio. Hablamos de distintas cosas, incluyendo negocios y el cálido ambiente se queda grabado en mi corazón. Estaba feliz, rodeada de las personas que amaba y eso era realmente maravilloso. Sólo faltaba comentarles a nuestros amigos más cercanos y finalmente, dar una conferencia de prensa.
Subimos a mi habitación y enciendo mi laptop. Llamo a Ken por una videollamada y en unos segundos responde, a su lado veo a Liam y no puedo evitar sonreír. Era obvio que estarían juntos. Su boda era en unos días y nunca los veía sin el otro.
—Queremos decirles algo importante— dice Andrea nervioso.
—¿Qué pasó? ¿Acaso estás embarazada?— cuestiona Kendall y ruedo mis ojos.
—¿Por qué todos creen eso?— digo molesta.
—No te pongas así, es una broma— responde mi mejor amiga.
—Además, es más probable que Grecia le haga algo a Andrea que viceversa— siento mis mejillas calentándose.
—Eso es cierto— contesta Ken.
—Dejen de decir cosas que no son ciertas. Me hacen quedar como una pervertida— giro mi rostro y observo a un sonrojado Andrea.
—Está bien, ¿qué es lo que querían decirnos?— cuestiona.
—Nos vamos a casar— digo sonriendo.
—Felicidades— dicen sonriendo.
Hablamos sobre los últimos detalles de su boda y algunas otras cosas. Cuando la llamada finaliza marco a Émile y sé que estará con Étienne. Después de todo, son esposos. Responde luego de unos segundos.
—Hola, Grecia— dice Étienne.
—Hola, ¿y Émile?— cuestiono.