Debe besar a la novia

Capítulo 4: Triangulo

Capítulo 4: Triangulo

Rodrigo:

Me iba a casar a los 19 años además de eso iba a tener un hijo o hija. ¿Qué más podía pedir? Me pregunté con sarcasmo, mientras tenía la cena más fastidiosa de mi vida, con mis "suegros" y mi familia.

—Tenemos que planificar la boda— dijo la mamá de Isabella con una sonrisa.

—¡Sí!— respondió mi mamá mostrando todos los dientes con alegría— Seremos familia.

—Bueno no me molesta ser el yerno de Isabellita— manifestó mi papá mirando a el señor Santiago.

—Seríamos compadres— comentó el señor refiriéndose a mi papá.

Para nadie era un secreto la buena relación que tenían nuestras familias y parecía que ambos bandos estaban muy conformes con la idea como si en el fondo hubiese sido lo que deseaban por mucho tiempo.

Yo mastiqué mi pedazo de carne con los ojos fijos en el plato con ganas de arrepentirme, por más que me repitiera que iba a ser por solo un año la idea me aterraba. No dejaba de pensar que todo había sido un plan macabro de Isabella para amarrarme.

Una vez leí que existían personas que demostraban su amor con malos tratos e insultos y eso era exactamente lo que ella hacía. Levanté la vista para observarla y nuestros ojos se encontraron y luego ella rodó los ojos. Le gusto, pensé fijándome en sus labios, se veían rosados y húmedos.

Me reprendí por mirarla de aquella forma y más cuando noté la sonrisa complacida del señor Santiago, nos estaba estudiando.

Cuando terminamos de comer nos despedimos y marchamos a nuestra casa en silencio. Estaba cansado, escuchar de los preparativos de una estúpida boda me habían dejado agotado.

*-*-*-*-*-*-*-*

Isabella:

—Hasta que al fin llegaste— le dije a Daniela cuando le abrí la puerta —Me terminaré comiendo todas las uñas.

—En tu lugar lo hubiese hecho desde hace mucho rato, parece de árabes lo que te está pasando. 

—Es peor— bufé con desgana —Ni siquiera mi papá me obliga a casarme con Ian.

Mi amiga soltó una carcajada y se lanzó en el sofá de la sala.

—Por cierto ¿Dónde están?— preguntó Daniela buscando a mis progenitores con la mirada.

—Están durmiendo— respondí mientras me sentaba— Ya lo planificaron todo Daniela, es aterrador. Harán hasta un contrato prenupcial donde ninguno pueda tocar los bienes del otro.

 

—Bueno eso es bueno.

—Sí, pero ¿Un contrato? Parece que hablaran de un negocio.

—Para ellos es un negocio Isabella ¿No me dijiste que ambas familias se mostraron de acuerdo? Una familia normal no hubiese actuado así.

—¿Cómo habrían actuado?— inquirí tomando un cojín para apretarlo y reprimir el deseo que tenía de destruir todo a mi alcance.

—Le habrían dado una paliza a Rodrigo y a ti te habrían castigado.

—Lo hicieron— me quejé.

—Ni que fuera tan malo casarte— gruñí— Yo te habría mandado a trabajar— añadió riendo.

—Cancelaron la mudanza a Miami— susurré sintiendo las lágrimas que amenazaban con salir de mis ojos —Ya no iré a la universidad, sería una vergüenza para mis perfectos padres mandar a su hija embarazada.

—Los ricos y sus cosas— canturreó mirando el techo.

—¿Te pasa algo?— pregunté notando que se veía rara.

—Mis padres no pueden seguir pagando mi universidad— comentó cruzando los brazos— hasta tienen hipotecada la casa.

—Eso no es problema, déjame ayudarte.

—No, ya me has ayudado demasiado. Haré esto sola.

No le hice caso a sus palabras, solo tenía que hablar con mis padres para que ayudaran a los suyos, ella era mi mejor amiga y Santiago me entendería.

—Como digas, vamos a dormir. Hoy es noche de películas—. Las pijamadas con Daniela eran el mejor modo de tranquilizarme. Las semanas pasaron en medio del ajetreo de los preparativos, pensaban casarnos en menos de un mes y en todo ese tiempo no vi a Rodrigo.

Estaba deshecha, los síntomas de embarazo aumentaban y lo que antes eran nauseas pasaron a ser vómitos constantes. Mi mamá me llevó al ginecólogo y me hicieron varios chequeos. "Todo va bien" fue lo que dijo la ginecóloga de confianza de mi mamá —La había ayudado a ganar un caso o eso había escuchado—, asentí con una media sonrisa que trataba de ocultar el pánico que sentía.

Lo único bueno de aquella visita al doctor fue me mandaron varias pastillas que me ayudaron a calmar los síntomas. Por otro lado, Daniela estaba feliz porque sus padres habían encontrado un nuevo trabajo, ─todo había sido gracias a los míos─, pero omití esa parte y la felicité; el lado malo era que ella había empezado a trabajar en una cafetería y casi no tenía tiempo para mí.

Cuando se acercaba la fecha de la boda me observé en el espejo con el vestido que había diseñado para mí la costurera de la familia y sonreí. No se veía mal, encajaba perfectamente a mi cuerpo, tenía una especie de encaje en la parte de los hombros y era ceñido hasta la cintura, donde luego caía al mejor estilo princesa con una amplia falda de tul.



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En el texto hay: boda, romance, triangulo

Editado: 02.05.2021

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