Cariño con efectos secundarios

28.

Dean.

Realmente me costó un gran esfuerzo apartarme de ella e irme. No sé por qué vine aquí, por qué me entrometí… Camila ya es una chica adulta, puede resolver sus problemas sola. Quizás piense dos veces antes de visitar lugares como este y participar en juegos dudosos.

Ese beso… En cuanto toqué los labios de Camila, el suelo desapareció bajo mis pies. Me muerdo la mejilla. ¿Y para qué hice eso? ¿Quería asegurarme de que me daba igual?

No funcionó…

Mi puño golpea con fuerza la pared. Todavía recuerdo la expresión descarada en la cara de ese tipo. Llegué a tiempo. Y si hubiera llegado unos minutos tarde… Una sensación desagradable y pegajosa me atraviesa el cerebro… Aprieto los dientes hasta que duele…

¿Serán celos?

No, no estoy celoso. Simplemente no quiero tener que dar explicaciones a su madre. Y a la mía también. ¿Verdad?

Vuelvo a la sala y miro alrededor. Ese chico ya no está. La amiga de Camila, Verónica, tampoco. ¿Me habrá mentido? Aunque, ¿por qué lo haría?

Me dejo caer pesadamente en el sofá y extiendo los brazos a los lados. Quizás habría sido mejor irme, pero no puedo hacerlo mientras sepa que Camila todavía está aquí.

Sus palabras sobre su ex me afectaron. No es asunto mío… Claro que no es asunto mío.

—Hola —se acomoda a mi lado una morena. Creo que la vi en el círculo de jugadores—. ¿Te aburres?

—No especialmente —mi voz delata mi nerviosismo—. Por si no te diste cuenta, no estoy solo aquí.

—No tienes que contarme ese cuento —la chica se inclina más cerca y sonríe con astucia—. Vi lo sorprendida que estaba por la aparición repentina de un novio. Pero muy noble de tu parte. Mi tipo.

—No rescato a todo el mundo —gruño y cruzo los brazos sobre el pecho.

—Margarita —se presenta la morena.

—Dean —respondo, más bien por cortesía—. ¿Y ahora qué?

—¿Por qué estás tan tenso, Dean? —pregunta—. ¿Es por esa chica? ¿No te corresponde?

—Me da completamente igual —exhalo con fuerza—. Pero es hija de una amiga de mi madre y…

—Ah, pues ella, por cierto, acaba de salir corriendo hacia la salida —me interrumpe Margarita.

Me levanto del sofá de inmediato. Más le vale no estar bromeando.

—¿Dónde? —pregunto nervioso.

—Corre ya —la chica sonríe.

No lo pienso y salgo disparado. El corazón late tan fuerte que resuena en mis oídos. Salgo a la calle y miro a ambos lados. Noto la figura solitaria de Camila de inmediato.

Durante unos segundos dudo sin moverme del sitio. Yo mismo la dejé allí, en la cocina, ¿y ahora voy a perseguirla? ¿Y entonces qué?

Camila.

¡Realmente lo odio! Salgo corriendo de la casa y me detengo para recuperar el aliento. Parece que Dean ha inventado una nueva forma de atormentarme. Respiro hondo y finalmente me pongo en marcha.

Mi primer pensamiento es llamar un taxi. Pero estoy tan alterada... Mejor camino. Así me calmo y me enfrío un poco.

Y de paso inventaré un plan de venganza sofisticado...

No me doy cuenta de cómo un auto se detiene a mi lado. Levanto la vista. Negro, con vidrios polarizados. Como en las películas. La ventanilla lateral baja y por ella asoma un chico pelirrojo desconocido.

—Súbete, vamos a dar una vuelta, amiga —me invita, intentando hacerse oír por encima de la música estridente del interior.

—No, gracias. No te conozco —doy un paso a un lado sin quitarle los ojos de encima.

—Y yo tampoco te conozco —ríe el pelirrojo—. Así que para mí también es peligroso. Pero estoy dispuesto a arriesgarme. Súbete. Te mostraré la ciudad.

—Soy de aquí, ya conozco todo —resoplo.

¿¿¿Por quién me toma???

—Entonces tú me mostrarás algo, porque yo no —el desconocido no se da por vencido.

—Gracias, pero no trabajo de guía —digo en el tono más brusco posible.

—Bueno, hagámoslo de otra manera —en los ojos del pelirrojo brillan chispas peligrosas.

La puerta del auto se abre y el chico ya se está preparando para salir. Me aparto bruscamente y miro a mi alrededor. Veo a Dean, que literalmente vuela hacia nosotros y cierra la puerta del auto con fuerza, aplastando el pie del desconocido atrevido.

—¡Auch, Dean, por qué??? —parece que el pelirrojo conoce a mi vecino. ¡Vaya!

—Sigue tu camino —gruñe Dean.

El chico se mete en el auto y cierra la puerta. El coche arranca a toda velocidad.

—¿Cómo te las arreglas para encontrar problemas de la nada? —pregunta Dean con enojo.



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En el texto hay: humor, romance, amor

Editado: 29.10.2025

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