Déjame Quererte

Capítulo 0

Verónica

Observo el bello rostro de mi hija, deteniéndome en su oreja derecha, contemplando el bello lunar que tiene. Ese bello lunar que lo heredó de uno de los hombres que más quiero. Sonrío con un poco de nostalgia, han pasado más de seis años desde aquel día donde preferí el amor.

—¿Qué sucede? —Mi esposo pregunta sin dejar de mirar al frente.

—Me pregunto... ¿Qué será de su vida?

Deslizo mi mirada hacia su rostro, él suspira con pesar. A veces me siento culpable, si no hubiera puesto mis ojos en Nicola, todo sería diferente... pero tengo que aceptar que he sido y soy muy feliz al lado de mi esposo e hija.

—No lo sé...

—¿Crees que venga este año para el cumpleaños del señor Neil?

—Lo veo poco probable... —lo mejor será que cambie de tema, me duele verlo triste.

—Amor, ¿cómo crees que sea la reacción de Sophie?

Por inercia acaricio mi vientre, hace pocos días me enteré de que estoy en embarazo. Sacando cuenta, tengo aproximadamente once semanas de gestación.

—Será la reacción más bella. Sophie estará muy feliz de saber que va a tener un hermanito o hermanita.

—Espero que así sea. He visto muchos videos donde los pequeños suelen sentir celos de sus hermanos. —Miro a mi niña—. Sophie ha sido hija y nieta única, sé que es normal, pero no quiero que sienta celos.

—Tal vez lo sienta al inicio, pero te aseguro que su felicidad será más grande.

—Confío en ti, amor. Ya quiero que sea mañana. Estoy ansiosa por contarle a tu papá. Él estará muy feliz.

—Estará muy contento... —asegura.

Mi suegro estará de cumpleaños el día de mañana, por eso adelantamos nuestro regreso, para poder celebrar con él en su día. Fijo mi mirada en mi esposo, se ha quedado en un profundo silencio y no me gusta eso.

—¿Por qué te quedas en silencio, Nicola?

—Esta noticia no pondrá a todos felices —mi mente se llena de recuerdos.

—Nicolás debe... —Acelera, frunciendo el ceño.

—¿Qué sucede?

—Llama a la policía. Nos están siguiendo.

Miro por el retrovisor, viendo cómo un auto negro nos sigue. Aterrada y con miedo tomo mi bolso, sacando mi celular, llamando a la policía, quienes enseguida contestan.

—Ayu...

Mi cuerpo se hamaquea abruptamente ante el fuerte impacto que ha recibido el auto, cayendo mi celular al suelo. Rápidamente, recompongo la compostura, mirando a mi hija.

—¡Mamá! —Exclama asustada. Como puedo tomo a mi hija entre mis brazos, abrazándola fuertemente mientras el auto se va deteniendo.

—¡Mierda!

—¿Nicola? —Por primera vez sus ojos me miran con miedo.

—Escúchame. No podemos quedarnos aquí, ya que el auto no resistirá tanto. No sé quiénes son, ni qué quieren, pero es obvio que corremos peligro y tengo que enfrentarlos. —Niego rápidamente—. Verónica, necesito que me oigas. Necesito que estés atenta a cada uno de mis movimientos. Trataré de solucionar esto con dinero, pero si no es dinero lo que quieren, haré tiempo para que tú y Sophie puedan huir y encontrar ayuda. Al primer golpe que haya de mi parte, te irás. El auto aún sirve.

—Huyamos juntos...

—No podemos, ya nos tienen acorralados. No pienses en mí Verónica, piensa en Sophie, es tu hija.

—No...

—Tú puedes —su voz es áspera, pero denota angustia.

Con lágrimas de los ojos soy testigo de cómo el auto se detiene y por medio del espejo puedo ver cómo dos hombres armados salen del auto.

—Nicola... —Miro al hombre que amo, él sale del auto dándome una mirada indescifrable que me llena el corazón de miedo—. Ni... —Cierra la puerta.

Con un gran dolor en mi alma, retiro el cinturón de seguridad y rápidamente acomodo a mi niña en el asiento y procedo a cambiarme, tomando el volante. Viendo cómo Nicola da el primer golpe que me alerta a huir, y aunque no quiero dejarlo enciendo en auto y me marcho.

—Mamá, ¿por qué dejas a papá? —Pregunta mi pequeña, rompiendo en llanto— ¡Papá!

Con el dolor de mis entrañas ignoro el llanto de mi hija, acelerando más. Las lágrimas se deslizan por mis mejillas, mi corazón lo siente, está consciente, sabe que no volveré a ver a Nicola.

—¡Mamá!

Miro de reojo a mi hija, mi alma se rompe de solo pensar lo desamparada que puede quedar. No puedo irme así, no puedo dejar al hombre que amo corriendo tanto peligro, tengo que regresar por él, pero antes, antes, debo asegurarme de que mi hija esté a salvo.

Mis ojos visualizan dos luces a la distancia, y aunque mi corazón duele intensamente acelero. Intercepto al auto, deteniéndolo al mismo tiempo que detengo mi auto. Deprisa, salgo del automóvil, yendo por Sophie, tomándola entre mis brazos, acercándome al otro vehículo, de donde sale una chica.

—¡Ayúdame...! —Exclamo en un fuerte lamento.

—Yo... —No la dejo hablar y le entrego a mi hija, quien se aferra a mi cuerpo, pero con un poco de fuerza logro apartar.




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