PARTE 4

Muchos en momentos de tensión, miedo y desesperación, toman la opción de escapar en la multitud y otros de esconderse en un lugar más pequeño, o hasta incluso en la manta de su cama, yo no tenía ninguna de estas elecciones, pues ni siquiera sabía exactamente qué hora era ni tampoco a donde me estaba dirigiendo. Todo estaba muy oscuro, tanto que ni siquiera me percaté de las calles, no podía distinguir absolutamente nada de mi alrededor.

Entonces tan rápido como me alejaba de aquel instituto, comencé a tranquilizarme, pero no sabía que la cosa del que realmente estaba huyendo la estaría llevando conmigo.

Comenzó a llover, el viento golpeaba mi rostro, era muy extraño, las gotas caían muy deprisa, como si en pocos minutos todo se inundaría.

Me detuve, al ver una casa, estaba muy cerca y sobre todo alumbrando, por un momento sentí alivio.

Cuando llegué toqué la puerta, pero nadie me atendió, así que, quise continuar mi camino, de repente, la puerta se abrió, lentamente, no había nadie, ¿será el viento? ¿Qué harías tú en una situación como esta? ¿entrarías? Yo no tuve elección.

Entré por esta puerta, y al hacerlo, o apenas alejarme unos pasos de la entrada, esta se cerró, de un golpe, tan fuerte, que el susto se apoderó de todo mi ser, mi corazón volvió a latir muy de prisa, al mismo tiempo sentí un dolor enorme en el pecho.

Estaba empapada de agua, y a pesar de ello los bellos de mis brazos y piernas se levantaron, como las de un erizo, sensación de mi cuerpo que no puedo explicarlo, porque desde que tengo razón nunca había reaccionado de esta forma.

Cuando me fijé en la casa, este tenía un aspecto de ser antigua, había telas de araña por todas las paredes, parecía que no viviera nadie en él. Di unos pasos, de pronto, se escuchó el sonido de un celular, este venía de la casa donde me encontraba, sería quizás de la sala, no sabría decirlo, porque apenas empezaba adentrarme en él, realmente era muy grande ¿De quién sería el móvil? Este no dejaba de sonar, una y otra vez.

Tenía todas las intenciones de atender aquel móvil, porque odiaba los ruidos tanto como siquiera poder soportarlas en una casa ajena.

Cuando era niña, siempre visitaba a mi abuelita, no simpatizaba mucho con ella, porque siempre nos contaba historias de terror, hechos del que yo jamás puse mi atención, pues no creía en aquellas cosas, realmente me parecían relatos muy absurdos e incoherentes. Ahora que lo pienso, si tan solo me hubiese dado un tiempo para escucharlos, quizás nada de esto me estaría ocurriendo ahora mismo.

-Ring, ring, ring- seguía sonando aquel móvil.

Llegué al cuarto, ¡SORPRESA! NO PUEDO CREERLO, este que acabo de hallar, es realmente impresionante, ¿es mi celular?, “pero, ¡Qué locura!” pensé, me asusté y rebusqué en mi bolso, no había mi celular, ¿En qué momento se trasladó aquí?, sobre todo ¿Cómo es esto posible? ¿Será mío? Impactada, quise retroceder, dar un paso atrás.

 -Oh, ¡Dios mío! – repliqué tapando mis manos con la boca, el piso estaba empapado de huellas, era de una persona, alguien que vino más antes que yo, aquel que estaría sin calzados, más aún alguien que habría traído mi móvil, pero ¿En qué momento ocurrió todo esto?

Con toda la fuerza de la voluntad, y la frialdad que aún me quedaba, decidí coger el móvil, me acerqué, cuando estaba a punto de tenerlo, cayó al costado mío una copa de vidrio, sonó muy fuerte, tanto que escuche, que alguien bajaba del piso de arriba, ¿sería el dueño de las huellas? No lo sé, sin más tomé el celular para huir de este lugar.

Al tocar mi móvil, nuevamente todo se apagó, nunca había odiado tanto a la oscuridad como hasta ahora. Tac, tac, tac, seguía bajando alguien por las escaleras, no tuve más elección, que quedarme quieta, me senté en un rincón.

El sudor escalofriante caía de mi fruente, acompañado de unas gotas que pertenecían a mis ojos, me sentía realmente consumada, ¿Este sería el fin?