Epílogo - AMORES SECRETOS

AMORES SECRETOS


NARRA BROOKE

Las revelaciones de aquella noche me dejaron exhausta, tanto que cuando llegué a mi sala común, los chicos me estaban esperando, pero no tenía ni ganas ni fuerzas para hablar con ellos. A pesar de la mirada preocupada de Draco, la intensidad de su mirada que me decía que hablásemos de lo que había pasado, no me quedé, me marché a la cama, necesitando poner en orden mis ideas, pensar en todo lo que había ocurrido y descansar, eso si podía.

Y no pude. Lo sé por las grandes ojeras que tengo desde entonces, ya que no duermo bien.

Hoy volvemos a casa, hoy el curso se acaba y hay más incertidumbre que nunca. No sé que voy a hacer este verano. Me encantaría quedarme con Harry, pero sé que no va a ser posible, solo espero poder seguir entrenándome, hacerme más fuerte para estar lista cuando llegue el momento.

Salgo de mi habitación vestida con el uniforme y no me detengo hasta llegar al gran comedor. Ni siquiera me he fijado en si estaba alguno de los chicos, aunque no creo que les haya extrañado que pasase de ellos, no les va a coger de susto. Desde aquel día evito a todos, salvo a Harry. Teníamos muchas cosas de las que hablar y de las que ponernos al día.

Cuando entro por las grandes puertas casi todo el mundo está sentado ya. Busco un lugar libre para sentarme cuando siento una mano que se posa en mi baja espalda.

-       Vamos – me susurran y reconozco su voz en cualquier parte.

Me guía entre las filas de sillas y finalmente nos sentamos juntos en un lateral, medio apartados de todos y rodeados de alumnos más pequeños. Tras sentarnos, Dumbledore se levanta y se acerca al frente, haciendo que todo el mundo se calle y lo preste atención.

-       El fin de otro curso – dice  Dumbledore mirándonos a todos.

Sus ojos se detienen más en los estudiantes de Hufflepuff y presiento lo que va a venir ahora, por lo que me pongo tensa.

-       Son muchas las cosas que quisiera deciros esta mañana, pero antes que nada quiero lamentar la pérdida de una gran persona que debería estar ahí sentada – señala hacia nuestros asientos – Disfrutando con nosotros de este último día. Ahora quiero pediros, por favor, a todos, que os levantéis y alcéis vuestras copas – unas que han aparecido de repente ante nosotros – para brindar por Cedric Diggory.

Todo el mundo lo hace, yo simplemente me quedo sentada, alzando la copa. No me siento capaz de ponerme de pie, sus ojos perdidos, su cuerpo inerte aún me persigue cuando cierro los ojos.

Una mano se posa sobre mi pierna, haciendo que pare de moverla. Ni siquiera me había dado cuenta de que la estaba moviendo, pero con ese simple gesto de Draco, sentí que todo estaba bien, al menos por ahora.

-       Por Cedric Diggory – la gente dice en voz alta, pero apagada.

Todo el mundo vuelve a sentarse y miro hacia el suelo, sabiendo que esto no ha acabado.

-       Cedric ejemplificaba muchas de las cualidades que distinguen a la casa de Hufflepuff – prosigue – Era un amigo bueno y leal, muy trabajador, y se comportaba con honradez. Su muerte os ha afligido a todos, lo conocierais bien o no – mi mirada se cruza con la de Harry y siento en ellos lo mismo que yo – Creo, por eso, que tenéis derecho a saber qué fue exactamente lo que ocurrió. Cedric Diggory fue asesinado por Lord Voldemort.

Mis ojos se centran de nuevo en Dumbledore sorprendida, pero al sentir un nuevo apretón en mi pierna por parte de Draco, lo miro a los ojos, que me observan preocupado.

-       El Ministerio de Magia – continua hablando el profesor – no quería que os lo dijera. Es posible que algunos de vuestros padres se horroricen de que lo que haya hecho, ya sea porque no crean que Voldemort haya regresado realmente, o porque opinen que no se debe contar estas cosas a gente tan joven – un movimiento extraño a mi lado hace que vuelva a mirar a Draco.

Lo observo con detenimiento y veo que está pálido, más de lo normal, tenso y rígido. Algo pasa, no sé el qué, pero hay algo en él que ha cambiado. Por instinto lo cojo de la mano. Él me mira, entrelaza su mano con la mía y me regala una pequeña sonrisa.

-       Pero yo opino que la verdad es siempre preferible a las mentiras, y que cualquier intento de hacer pasar la muerte de Cedric por un accidente, o por el resultado de un grave error suyo, constituye un insulto a su memoria.

A mi cabeza aparece de nuevo la imagen de su padre en el cementerio, rodeado del resto de mortífagos, junto a Voldemort. Mis ojos se anegan en lágrimas y miro con pena a Draco, que mira al suelo. No sé si realmente conoce cómo es su padre, si sabe realmente quién es y a quién sigue.

Aprieto con fuerza la mano que sostengo y mi dedo pulgar acaricia el dorso de su mano. Su cuerpo se relaja un poco y conectamos los ojos. Y entonces lo veo. Él sabe que Voldemort ha vuelto, lo cree de verdad.

Aparto la mirada porque en este momento no soy capaz de verlo, pero sigo aferrada a su mano, como si fuera mi salvavidas.

-       Hay alguien más a quien debo mencionar en relación con la muerte de Cedric. Me refiero, claro está, a Harry Potter – el murmullo recorre la sala de inmediato y todos los ojos se centran en mi hermano -  Harry Potter logró escapar de Voldemort. Arriesgó su vida para traer a Hogwarts el cuerpo de Cedric. Mostró un valor que muy pocos magos han demostrado al encararse con Lord Voldemort, y por eso quiero alzar la copa por él – todo el mundo alza la copa en dirección a él, incluida yo. Pero puedo ver como Draco y unos cuántos Slytherin no lo hacen.

Dumbledore sigue hablando pero yo ya no presto atención, mi mente está en otra parte y solo anclada por el agarre firme de la mano de Draco.

Bajo del carruaje, viendo la estación de Hogsmeade frente a mí y al tren esperando a que todos nos subamos. Veo a lo lejos a los chicos y me acerco a ellos, parándome frente a Theo.