Prólogo.

 Dicen que el crímen perfecto no existe, pero esa frase debería ser llevada a estudio dada la enorme cantidad de crímenes sin resolver en los bancos de datos de la policía de todo el mundo, sin embargo, es totalmente cierto que los asesinos que han conseguido escapar es porque mantuvieron perfiles bajos, eran el tipo de personas de las cuales nunca se habría sospechado...

 Era debido a ese motivo que el clan de las máscaras había permanecido en el anonimato por generaciones enteras; eran personas de las cuales la policía nunca habrían tomado como sospechosas.

 Iniciando por el As... nadie sospecharía que el graduado más joven y prometedor del departamento de química de la universidad de Harvard en realidad sería el amo y señor de las metanfetaminas.

 Red King, como el contratista y soltero más codiciado del país, que hacía obras de caridad como si fuera deporte olímpico, nadie creería que se dedicaba al tráfico de armas.

 Por otro lado Morell no era tan diferente a sus compañeros de clan, su fachada de empresaria y su ejército de inversores la mantenían lejos de las sospechas y no había lugar para imaginar que ella era quien era en la organización.

 Todo era cuestión de escoger bien cuál iba a ser su fachada y mantenerse a la altura de esta, por lo que estaba prohibido que se reunieran en público, ya que al ser tan diferentes no había manera en la que ellos pudieran relacionarse públicamente.

 ¿Esta guerra que vendría en contra de ellos sería capaz de derrumbar sus fachadas y exponer sus sucios secretos al público que tanto los respetaba y admiraba?.