1. Primero, un justificativo.

El Dios del cielo, ese Dios retorcido que cuenta mis pasos y los marca con plastilina negra, fue quien puso en mi camino esta extraña casualidad a quien, por el contrario de los sonrientes, si cree mucho en las casualidades.

He visto demasiadas, para no caer en cuenta de que sí existen.

Claramente, esta carta va dirigida a lisa. Creo que es mexicana, pero me he encontrado con que ella es una persona adorable, singular y muy sonriente a pesar de lo que diga.

Si le creo. Si le creo que está pasando por una etapa de transición que la tiene infeliz y aterida. Casualmente, yo también estoy pasando por una racha de infelicidad y podredumbre, que son los azotes que Dios me da con su látigo confeccionado con colas de escorpiones vivos y hambrientos.

Dan durísimo, y duelen como las mordidas de mil demonios.

Aun no sé qué hice de tan malo para merecer esto, pero tengo mis teorías. Solo que ya no creo mucho en ellas. Son una prueba de la enorme facultad que tengo para auto engañarme.

Pero vuelvo a lisa, que es quien realmente importa, y de quien sospecho que tampoco ha hecho nada malo, salvo llegar a la adolescencia, y eso, todos lo sabemos, es algo que también pega duro.

Casualmente, el nombre de “lisa” se parece mucho al de “elise”, de “a letter to elise”, una vieja canción de The Cure, contenida en el disco “Wish”, y que es una de mis canciones favoritas de todos los tiempos. Yo no podía venir a pasar por alto tan sorprendente casualidad.

Por eso usé la portada del disco “Wish”, con ciertas alteraciones en Photoshop, para ilustrar la portada de este libro. Espero que no me demanden por este plagio, con el que pretendo darle a lisa algunos consejos (por favor, lisa, perdóname el tonito paternalista, y de seguro sonar como tu papá) para que ella tenga un mejor futuro.

¡Qué ironía! Se los pretendo dar yo, cuando yo mismo no sé si tengo un futuro.