Prologo

-Te amo- deja un casto beso en mis labios. Yo sonrió
-también te amo- respondo. Les me observa fijamente
-¿por que lo hiciste entonces?- indaga y su expresión cambia, su rostro se vuelve oscuro, ella da pasos hacia atrás alejándose de mi.
-no te vayas- susurro. Su imagen se desvanece -¡no!- grito a todo pulmón. Abro los ojos y me encuentro sudado como todas las noches, mi corazón parece salir del pecho. Me quito la sábana de encima y me siento en la cama, hundo los codos en las piernas y cubro el rostro entre mis manos temblorosas.
No se cuanto tiempo más duren estas pesadillas, pero cada noche me resulta más difícil controlar esta frustración.
Mi vida se volvió una mierda, yo debería estar muerto no ella.
Levanto la cabeza y llevo las manos hasta mi cabello alborotandolo, me pongo de pie y camino de un lado a otro intentando tranquilizarme un poco. Sin obtener buenos resultados me dirijo al baño a darme una larga ducha, abro el grifo el agua cae sobre mi cuerpo. Cierro los ojos y su rostro aparece nuevamente, este es mi castigo .Ella era tan perfecta, alegre, llena de vida. Trato de no pensar en eso pero es inevitable, la culpa es demasiado grande. Su recuerdo va a enloquecerme, no es que no quiera hacerlo, solo que son imágenes que me torturan.
Las palabras del psicólogo han sido 'déjala ir, debes soltarla para poder avanzar'. Pero ¿cómo lo hago?
Para ser honesto no estoy preparado aún, me aferro a ella aunque me destruyan los recuerdos.
Cierro la llave y tomo un albornoz blanco, me lo coloco, abro el botiquín y busco las píldoras para dormir. Bajo a la cocina en busca de una botella de agua; trago la pastilla y vuelvo a mi cuarto. Me quito la bata y me coloco un bóxer rojo. Me meto en la cama nuevamente cierro los ojos esperando que el medicamento haga su efecto y es que solo así logro conciliar el sueño.