Se dice que las personas nocturnas y adictas a escuchar música todo el día intentan escapar de la realidad. Estoy de acuerdo con ello, pero yo las definiría como personas soñadoras; cautivadas por el silencio atesorable y la soledad apacible que trae consigo la parte final del día; la noche.

Soy un prosélito amante de la música. Me encanta caminar por la calle, acompañado de mi móvil y mis audífonos; casi nunca me despego de ellos. La música para mí es definitivamente un estímulo, para poder realizar una de las actividades que más me apasiona; escribir. Y es que escribir para mí es un desahogo, una liberación. Es simplemente expulsar o exhalar cada pensamiento, sentimiento o experiencia que está atrapada en mi alma. Escribo porque en el alma no caben las experiencias, sólo caben verdades; y las verdades en la vida, siempre, pero siempre son muy pocas.

Desde mi perspectiva un escritor es siempre un solitario, un soñador, un poeta, un alma libre y aventurera. Simplemente un empedernido amante del singular encanto que tiene la noche.

Soy aquel que está despierto mientras el mundo duerme y aquel que se oculta cuando se asoma el alba y escucha el delicioso y dulce trinar del ruiseñor de la mañana.

Aprecio y valoro mucho el arte en sus distintas ramas; ya sea: música, pintura, literatura, moda, teatro, etc.
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