Mas allá del lienzo

Aku siempre fue el chico silencioso de la universidad: reservado, distante, un pintor prodigioso cuya mirada parecía atravesarlo todo. Nadie imaginaba que detrás de esa calma impecable habitaba algo distinto… algo que jamás debió despertar.
Su mundo interior, se transformó en un laberinto frío donde el afecto es un concepto borroso y la empatía apenas un eco lejano.

Aku no siente como los demás.
Observa, analiza, imita… pero nunca conecta.
Y esa ausencia de límites emocionales convierte su talento en algo inquietante.

Cuando algo altera su equilibrio, él no duda.
Actúa con precisión, calma y una lógica que solo él entiende.
Sus pinturas no son simples obras: son reflejos de una mente capaz de convertir cualquier experiencia en una expresión estética, incluso las más perturbadoras.