Capítulo 3: miradas

Abrí los ojos de golpe y toque mi rostro sudado. Una vez más he tenido una pesadilla, la primera desde que volví. 
Lleve la mano a mi pecho y cerré los ojos un momento esperando a que mi respiración se regularice.

-Inhala y exhala, Nina, inhala y exhala. Solo fue una pesadilla. -Me dije a mi misma, tome coraje y me levante de la cama. Mire el reloj que se encuentra en mi mesita en cual marca las 11:07am. Vaya, sí que dormí bastante. 
Salí de mi habitación y baje a la cocina encontrándome con una nota seguramente escrita por Marco, tome el papel blanco entre mis manos y leí lo que tiene escrito

"Nina, he tenido que salir más temprano así que no almorzare contigo hoy, cuídate mucho pequeña y ten un buen día"

Tu guapo hermano"

No pude evitar sonreír al leer la última parte y deje el papel donde se encontraba. Como era de esperar mi padre no se encuentra en la casa, así que estoy completamente sola.

¿Qué se suponía que haría ahora? mi vida social es nula, es sábado y ni tarea para hacer tengo.

La melancolía me invadió un poco al recordar esos sábados llenos de risas con mis amigos de preparatoria. Ahora todos están en diferentes lugares, diferentes universidades y diferentes vidas. Perdí el contacto con todos desde que me aislé después del accidente, quedando completamente sola. No podía culpar a nadie de mi soledad excepto a mi misma, mi dolor se había vuelto tan grande que decidí que lo enfrentaría sola, que no quería ver a nadie excepto a mi hermano. Desde ya, no fue buena idea, ya que termine enfermando.

Despejando mi mente de toda melancolía y recuerdos, me dirigí a la puerta que da al patio trasero y salí, el día esta bastante cálido. Mis pies descalzos chocaron contra el fresco césped. Caminar descalza por el césped me causa cierta paz.

Camine hasta llegar al columpio que mi padre había armado para mi cuanto era una niña. Aun recuerdo perfectamente ese día, estaba tan feliz de que por fin mi padre tenga un tiempo libre para armarlo. Recuerdo que no me despegue del columpio por días, ni siquiera quería entrar a comer.

Sonriendo ante esas imágenes de mi niñez que rondan por mi cabeza, me di la vuelta y me senté en el columpio con cuidado, intentando no romperlo. Ya no soy una niña pequeña.

-¿No estas bastante grandecita para columpiarte? - dijo alguien haciéndome sobresaltar, gire mi rostro para encontrar al dueño de la voz y en el jardín de al lado, el cual ahora le pertenece a mi nuevo vecino, se encuentra Javier mirándome con una sonrisa burlona.

Vaya, parece que lo cruzare más seguido. Por algún motivo el cual desconozco mis mejillas se encendieron.

-Creí que estabas peleado con tu hermano -dije sin pensar, ganándome una pequeña risa seca por parte de él. Un cigarrillo casi terminado cuelga de sus labios, le dio una última calada y lo tiró al suelo.

-Y dices que no eres chismosa -Abrí mi boca para defenderme luego de su comentario pero nada salió, solo sentí como mis mejillas se comenzaron a encender un poco más. Lo observe sacar una cajetilla de cigarros, abrirla y prender otro.

Alguien tiene una gran adicción

-Pues no, no estamos peleados ya -Volvió a hablar, paso siguiente le dio una calada al cigarro

-Ah -Fue lo único que me limite a decir. --No deberías fumar tanto.

Me miro y me sonrió como si hubiese dicho una completa estupidez, sentí mi estómago revolverse y un silencio incomodo invadió todo.
Mis mejillas se comenzaron a encender aún más al notar que no quita la mirada sobre mí. Eso siempre me incomodaba, odiaba que me miren fijamente. 
Mire hacia el suelo e intente ignorar su contacto visual, Javier por alguna extraña razón me pone nerviosa; aunque solo lo haya visto tres veces, lo hace.

-No hagas eso -dije casi en un susurro.

-¿Hacer qué? -preguntó, puedo sentir su tono burlón de aquí a la china. Solo quiere bromear conmigo, es obvio.

-Mirar a la gente así, fijamente. Pareces un loco -Otra risa seca salió de sus labios y voltee a verlo.

-¿Qué te hace creer que miro a todo el mundo así?