MARES Y TORMENTAS

En las profundidades de los océanos habitan criaturas de una belleza inhumana. Sus rostros deleitan los ojos de todo aquel que las contempla, sus voces son dulces como el néctar más puro, y sus movimientos parecen danzas hipnóticas bajo el manto acuático. Pero no todo lo que brilla es oro. Su encanto no es más que una fachada que oculta un corazón marchito, dejando bajo las sombras su verdadero ser: uno lleno de hambre insaciable y crueldad sin límites.

Su historia es un misterio, pues ningún ser vivo que haya tenido la desdicha de encontrarse con una de ellas ha sobrevivido para contarla. Los marineros más viejos susurran leyendas sobre barcos enteros que desaparecieron en noches serenas, donde solo el eco de un canto melancólico quedó suspendido en el aire antes de que las olas los engulleran para siempre.

Lo que sí se sabe es que muchas de estas criaturas caminan ahora entre nosotros. Una tormenta poderosa, casi bíblica, las arrastró hasta la tierra como un castigo divino y una advertencia para la humanidad. Fue una condena por sus actos de maldad, una oportunidad para redimirse. Sin embargo, su vanidad y orgullo no les permitieron aprender la lección. En lugar de buscar redención, perfeccionaron su engaño, ocultándose entre las sombras de la sociedad y usando su irresistible belleza como un anzuelo mortal.

Se dice que sus ojos son espejos que muestran el reflejo de los miedos más profundos de quienes los miran demasiado tiempo, y que su piel parece brillar débilmente bajo la luna llena, como si el océano aún susurrara su nombre.

Es mi deber advertirte: si un día el canto de una sirena llegas a escuchar, tu fin se ha de acercar.

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