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Dan se sentía nervioso, por primera vez pudo sentir el aroma de la joven
–la vida había Sido demasiado Buena con él, lo escucho y lo acerco a la joven. – olía a una mezcla de menta y lo que parecía ser chocolate, tal vez no fuera una mezcla de olores muy tentativa, pero se había convertido en su aroma favorito. Por fin podía contemplarla de cerca, aunque solo podía ver su perfil, ella no había volteado en su dirección  ni una sola vez. Pero pudo notar que su piel era suave, y de cerca era más pálida, y su cabello más negro de lo que creyó desde la primera vez que la vio, parecía un ángel, se puso a pensar en las cosas malas que pudo haber echo en el pasado y ninguna era lo suficientemente grave, así que si la vida era justa, le dejaría tener a el ángel.

Noto que le mirada de la joven reparaban mucho en Simón, eso le encogió el corazón. Se sintió mal, nisiquiera entendía por qué se sentía así, nisiquiera se han visto a los ojos, y bien podría jurar que nisiquiera había respirado en su dirección. Se sentía tonto, tan condenadamente tonto por sentir celos prácticamente por nada. 
Sabía que tenía que hablarle, pero le costaba como el infierno pronunciar una ..¡Una! Palabra. «no seas cobarde, no seas cobarde, no seas cobarde» se repetía para sí mismo, pero aunque no le gusto admitirlo... Era un cobarde. 
....Una sola palabra, y su vida cambiaria para siempre...