Nicholas Taylor y Emma Jones eran cómo el día y la noche, se pensaría que es porque son totalmente diferentes el uno del otro, pero no es así, son cómo el día y la noche porque es imposible que estén junto sin causar algún alboroto. Las personas que los conocían de hace tiempo estaban acostumbradas a sus constantes pleitos, se podría decir que muchas de ellas tenían la idílica teoría que en el fondo de todo el odio y desacuerdo que se profanaban a viva voz, vivía un amor más fuerte de lo que ninguno de los dos se atrevía a aceptar.
Habían crecido juntos y si bien los primeros años de sus vidas eran inseparables, todo había cambiado de la noche a la mañana y nadie más que ellos sabían las razones, a lo largo de los años había tenido momentos de tregua en donde todo parecía tomar el rumbo que todos esperaban, pero de nuevo volvían las peleas y con cada tregua la siguiente guerra era aún peor. Cuando Emma estaba en su último año de secundaria y Nick había tomado la decisión de irse a Londres para estudiar arquitectura en Cambridge y así poder llevar las riendas de la empresa familiar, estaban en lo que parecía su tegua final.
Aquellos quienes los conociera, sabían que la debilidad de Nick era las lágrimas de Emma, que no se veían con mucha facilidad o frecuencia, y que la debilidad de Emma era la sinceridad de Nick, que tampoco se veía mucho desde que había adoptado su etapa del popular fuckboy en la secundaria.
La tregua que había dado visos de ser la definitiva se vino abajo un par de semanas antes del viaje de Nick al extranjero, nadie entendía cómo después de meses de serenidad y la complicidad con la que se trataban, volvieran los gritos e insultos, todos se preguntaban cómo era posible que Emma gritara con tanta frecuenta que no quería volver a ver a Nick y que Nick asegurara que para él tampoco era una dicha compartir el mismo techo que ella, pero aunque todos estaban sorprendidos sabían que de eso se trataba la relación de Nick y Emma.
Pasó un largo tiempo antes de que se vieran de nuevo, después que Emma terminara la secundara, había decidido empezar a estudiar gestión y márquetin empresarial en la NYU. Por su parte, Nick terminó la universidad y empezó una maestría en manejo y gestión empresarial mientras se ponía a la cabeza de la sucursal más grande de Taylor’s. S.A. en Londres. Emma había aceptado un trabajo en la sede principal de Taylor’s que se encontraba en Manhattan, y después del primer año fue ascendida como la mano derecha de quien, además de ser el presidente de Taylor’s era como su abuelo. Seis meses más tarde había empezado una especialización en desarrollo empresarial, y pretendía hacer un proyecto aplicado en Taylor’ s.
Las vidas de ambos estaban bastante bien organizadas, pero Nick había terminado su estancia en Londres y era hora de regresar y hacerse cargo de la empresa familiar, Nick con sus 29 años ya estaba más que preparado para tomar el puesto de su padre, que para ese momento tenía 65 años. Pero eso significaba que el día y la noche debían volver a encontrarse.