Capítulo 9. Tiempos de confinamiento, tiempos de instrucción online

Cuando ingresé a Pentathlón, estábamos en tiempos de pandemia por COVID-19, esta se vino en su auge, por lo que la instrucción se suspendió de forma presencial, sin embargo, la llevamos a cabo de forma online. Es necesario admitir que las clases no eran las mismas, los sábados consistían en clases teóricas de ideología y los domingos en acondicionamiento físico. Me gustaban, aunque dejamos a un lado el orden cerrado, nuestra condición se deterioró, se puede decir que Pentathlón se encerró a ejercicios y clases teóricas por la situación mundial. Nosotros, como elementos nos vimos afectados, no progresamos en nuestro entrenamiento, pareciese como si fuese un receso.

Nuestras clases teóricas consistieron en estudiar ejes temáticos como los fundadores, creador del himno del Pentathlón, Ideario Pentathlonico, Ley sobre el Escudo, la Bandera y el Himno nacionales, Manual de conocimientos mínimos, entre otros temas. A mí me fascinaba durar horas y horas acumulando conocimientos de mi querida institución. La instructora nos hacía pruebas o exámenes y yo obtenía resultados aceptables, amaba ello y la plenitud de la sabiduría patriota junto al conocimiento militar me enloquecieron. Mi mayor anhelo era competir nacionalmente en la Convención de Pentathlón, donde se reunían todas las zonas del país y había concursos de diversa índole.

Los domingos hacíamos ejercicios de brazo, abdomen y pierna. Yo los llevaba a cabo bajo los rayos del sol en el patio de mi hogar. A veces los llevábamos a cabo en las mañanas o mediodía, era desgastante, pero valió la pena. Mi condición física estaba en auge, sobre todo por realizar a diario ejercicios de las fuerzas especiales de la Guardia Nacional, me desempeñaba en rutinas pesadas.

Entre tantos fines de semana, solo ingresamos muy pocos. Así que la sargento propuso que cada uno fuera instructor por un día.

Primero, fue turno de mi cabo Marcela, cuyo desempeño fue complicado, pues ella se mareó; después continuó la cabo Teresa, luego me apunté porque nadie quiso. Cuando fue mi turno, cometí un grave error, puse demasiados saltos en el acondicionamiento, aspecto que es cansado porque gastas energía, terminé mareada y agotada. Cabe aclarar que ser instructora es más complicado que solo seguir órdenes, puesto que tienes que explicar los ejercicios y aparte hablar mientras los haces. Es coordinar el ejercicio con la respiración al ordenar, en pocas palabras, es complicado.

Posteriormente, el sargento Iván junto a la Sargento Tiana nos ponían juegos didácticos para no hacer tedioso el aprendizaje, donde había sanciones y premios. Me encantaba lo suficiente para tener un seguimiento de asistencia perfecto, era la que más asistencias tenía de todos, a pesar de ser recluta. Tenía la gran motivación de ascender a cadete de primera.

Era tanta mi felicidad que me hice una cuenta en Instagram y TikTok sobre mi vida en Pentathlón. Llegué a tener muchos seguidores, hasta hice amigos pentathletas de otras partes del país. Les agradaba mi contenido porque era clara y concisa, me comentaban que los inspiraba.

Asimismo, aparecía en las redes sociales oficiales de Pentathlón, en YouTube, Facebook e Instagram. Aparecía en videos marchando, haciendo exámenes, tirando con el rifle, jugando en competencias, haciendo calentamiento y estirando, entre otras actividades. Verme en estas, era un orgullo y mi carrera militar era espléndida.

Pentathlón, sin duda, significaba para mí una carrera militar, el inicio de una larga carrera, puesto que yo deseaba desarrollarla dentro de las fuerzas armadas mexicanas, sobre todo en el Cuerpo General de la Secretaría de Marina como contramaestre, para navegar y surcar las aguas de los mares del país y el mundo.