Margaritas Marchitas

Noemí, atrapada en un ciclo interminable de sufrimiento, ya no estaba interesada en vivir. Caminaba sin rumbo, atormentada por los crimenes que había cometido. Sus pecado la acosaban constantemente, convirtiéndose en su tortura diaria. Su juego favorito era destrozarla, escuchar los lamento de aquella chica pero no sabía que lo que había hecho volvería a ella como parte de su Karma. El, su opuesto en todos los sentidos, era la encarnación de su Karma. Su presencia la impulso a reconsiderar su vida y a contemplar la posiblidad de dejarlo todo atrás.