Capítulo 12

LUCIA

—Lo siento mamá—le leí la mente.

—¿Cómo pasó? —negué con la cabeza.

¿Cómo sucedió? Simplemente me enamoré y el también, eso pasó.

—No sé, solo sucedió... no le digas a papá hasta que encuentre la manera de decírselo sin que se enoje.

¿Cómo le diré sin que se ponga como un ogro?

—Se enojará en cualquier momento—asentí dándole la razón.

—¿Estás molesta?

—No molesta, decepcionada tal vez—dice con sinceridad y me siento terrible, no me gusta decepcionarlos porque ellos pasan por mucho y lidiar con mis problemas sería una carga más para ellos—tal vez no veamos lo que tú, pero preferiría que no confiaras mucho en él cariño, es mejor que lo termines—abro mis ojos con sorpresa.

—Mamá...

—Es un Zabat Lucia, no sabemos que busca en realidad, además eres menor de edad y él no, es ilegal—no puedo creerlo.

"Mi madre, la que cree que en el amor no hay barreras. ¿Cuándo cambiaste?"

—Hija no podemos comparar su amor con lo que está sucediendo—me enoja esta situación.

—Esto es injusto, por culpa de mi tatarabuela no puedo ser feliz—suelto con enojo.

Mi padre sale del baño con confusión en su rostro, se cuelga la toalla en su hombro mirándonos.

—¿Qué sucede? ¿Por qué escuché como si estuvieran discutiendo?

—Nada cariño—apresura a decir mi madre, lo que me sorprende que no le dijera nada—"porque no quiero más problemas, pero si no me haces caso me veré obligada a decírselo"

—"Es injusto mamá"—la miro a los ojos y ella a los míos.

—Se hablan telepáticamente ¿eh? —nos mira alternando la mirada entre nosotros—no quiero peleas ¿bueno?

—No estamos peleando—achina los ojos—no me trates como una niña Wesley.

—No pelen entonces y no te trataré como niña—se levanta dándole un beso rápido en los labios—a dormir chicas.

Nos acostamos, yo en medio de ellos, mi madre apaga la luz y yo con telequinesis nos cubrimos con el cobertor.

Mi madre y yo seguimos discutiendo mentalmente, mientras mi padre duerme plácidamente. Me insiste, mejor dicho, me ordena que cuando regresemos termine con él y me duele saber que, aunque me niegue no podré hacer nada.

///

No hablamos en todo el camino y Felipe lo ha notado por lo que le conté todo por mensaje de texto.

Esto es una locura, me entristece saber que hay posibilidad de que no pueda estar más con él. Me queda muy claro que uno de los dos morirá cuando llegue el momento de luchar con los Zabat, pero tener que separarnos en este momento me destroza porque queremos pasar todo el tiempo posible antes de que suceda cualquier cosa.

Nos detuvimos en una gasolinera a ponerle combustible a la camioneta. Felipe y yo fuimos a la cafetería por algo de comer y como siempre un fantasma ronda por ahí.

Justo ahora hay uno en el mostrador, parece que fue el cocinero del lugar. Nos sentamos en la barra y observamos todo.

—Está comida está horrible—se queja una mujer a nuestro lado—devuélvanme mi dinero, ¡ahora! ¿Cómo sirven estas clases de basuras? —empuja la comida con asco.

La camarera se disculpa y le devuelve el dinero, mientras que otra se acerca a tomar nuestra orden.

—Buenas, ¿Qué van a ordenar?

—¿Qué sucedió allá? —señalo con la cabeza.

—No puedo dar esa información...ordenarán ¿algo?

—Un refresco—digo yo.

—A mí me da un emparedado de jamón, pero evite que el cocinero regordete lo prepare, él fue quien le dio esa comida horrible a la muchacha—la chica miró hacia allá y volvió su mirada a Felipe con confusión.

—Solo hay un cocinero, el otro...murió... ¿Cómo dices que es el cocinero?

—Regordete con barba mal recortada y tiene un tatuaje de una llanta en su brazo—la chica no sale de su asombro.

—Podemos verlo—agrego—y podemos ayudarlos a que no moleste más—apoyo mis brazos sobre la barra.

Se aleja para acercarse a un señor y hablar con él, el señor nos mira incrédulos.

—No nos creen.

—¿Y quién le creería a dos jóvenes de 17 años?—dice Felipe y le doy la razón, cualquiera creería que queremos gastar bromas.

El señor se acerca y se para frente a nosotros cruzándose de brazos con esa mirada intimidante.

—Chicos déjense de bromas y vayan a casa o los tendré que sacar a la fuerza, suficiente tenemos con el cocinero nuevo...es el quinto este mes—niega frustrado.