Capítulo Dieciséis

Elías

Llevo con Carolina esperando veinte minutos y Moisés aún no se digna en aparecer.

Un carro se detiene en la gasolinera que está frente de nosotros. Lo extraño es que ninguno baja de éste. Esto me pone en alerta, pero lo disimularé para no alarmar a Carolina.

Jolene y Solange se nos acercan. Ambas listas para jugar fútbol. Solo faltan cinco minutos para que sean las tres de la tarde.

–Hola chicas –saluda Carolina a Jolene y Solange.

–Hola Carolina y Elías –dicen al mismo tiempo.

–Veo que Moisés es muy puntal –dice con sarcasmo Jolene.

–Normal en Moisés –agrego.

–Hablando del rey de Roma –señala Solange a Moisés quien se nos acerca corriendo.

–Y el burro que se asoma –completo. Moisés se sienta y da respiraciones profundas. Le extiendo mi botella de agua–. Que puntual mi amigo.

–Tuve un inconveniente –dice tras beber agua–. Los demás ya deben de estar allá.

–Y nosotros aún aquí –agrega Carolina.

–Ya pues. Como que a ustedes no les pasa inconvenientes cuando quieren salir para ser puntual –dice molesto. Los demás reímos–. No es para que rían. –Se cruza de brazos.

–Es para molestarte –comenta Jolene quien no para de reír.

–¿Nos vamos? –pregunta él.

–Vámonos antes que se moleste más –digo.

–Vámonos en taxi para llegar más rápido –sugiere Solange.

Todos asentimos y detuvimos un taxi. Moisés da la dirección y el señor pone en marcha el taxi. Veo por la ventana trasera del taxi y el carro que se estacionó viene detrás de nosotros. Comienzo a preocuparme.

Se detiene enfrente del local. Nos bajamos y esperamos a que en la calle no pase ningún carro. Nos cruzamos.

Todos están allí sentados esperándonos.

–¿Invitaste a Gabriel para que jugara con nosotros, Elías? –me pregunta Moisés. No me había dado cuenta que él está allí sentado.

–Para nada –le respondo–. Entre más mejor ¿no?

–Eso sí. Ya que, no hay que dejarlo afuera –dice–. ¿Listos para jugar?

–Llevamos media hora esperándote, Moisés –die Stuart cruzándose de brazos.

–Ya estoy aquí, ahora vamos a jugar –dice y camina a la entrada. Los demás le seguimos–. Elías.

–Dime –me le acerco.

–No sé si te has dado cuenta, pero aquel carro gris se detuvo cuando nosotros nos bajamos y entramos. Tendremos que tener cuidado –sugiere él.

–Siendo sincero, no me había fijado en ese carro –le digo y volteo a ver y ahí está ese carro estacionado frente del local–. Mejor juguemos, luego te cuento lo que me paso en casa hace una hora.

–Stuart y yo escogeremos para formar los equipos –dice Moisés y Stuart se le acerca.

Ambos formaron los equipos. Voy en el equipo de Stuart. Somos: Stuart, Solange, Adam, Miguel, Francis y yo.

En el equipo de Moisés van: Jolene, Carolina, Moisés, Frank, Gabriel y Alfonzo.

Ambos equipos formados por seis miembros. Esto será divertido.

Entre todos ajustamos para pagar una hora y media. Lo suficiente para que podamos jugar muy bien. Miguel coloca treinta minutos en su celular. Esto para que sea el primer tiempo.

Cada quien se ubica en sus respectivos lugares. Lo malo de todo esto es que me pusieron en contra de mi novia y mi mejor amigo. Aunque me concentro en el juego olvidando ese detalle.

Tras media hora de juego, nos detenemos para descansar. Stuart marca quince minutos para que podamos descansar en ese tiempo. Ambos equipos llevamos dos goles.

Carolina se me acerca y me abraza, luego me da un beso.

–Juegas muy bien, no parecieras que estás sarroso –ríe ante lo mencionado.

–Tú no te quedas atrás –le digo y la vuelvo a besar.

–No hables con el equipo enemigo –dice Francis.

–Eso no se puede hacer Carolina –le dice Frank.

–Cállense los dos. Él es mi novio sea o no de mi equipo –dice Carolina abrazándome más fuerte–. Así que por favor no estén jodiendo –ríe.