Capítulo Veintisiete

18 de septiembre, 2016.

Quien diría que vería morir a una amiga. Quien diría que iba a enterrarla, cuando en mi mente loca decía que ellos me iban a enterrar a mí. Es algo que aún me cuesta digerir. Me cuesta poder aceptar lo que estoy haciendo en estos momentos. Solange, muerta. No, no lo está. Se que ella aún vive en nuestros corazones.

Moisés en la mañana le dieron de alta en el hospital. En cuanto supo de la muerte de Solange se apresuró a ir a la casa de ella. Cuando nos miró a la par del ataúd, cayo de rodilla y soltó a llorar. Él tampoco lo creía.

Miro que está cansado así que, le pido la pala y continuo echando tierra a donde ahora descansará Solange.

No puedo contener mis lágrimas mientras arrojo tierra. Pienso en todo lo que conviví con ella. Todos y cada uno de los momentos, malos y buenos, que viví con Solange.

Lamentablemente Jolene no pudo asistir al entierro. Aún no recibe el alta del hospital. Piensa que todo es una broma, de que Solange no ha muerto.

Cada uno de los familiares y amigos nos acercamos a adornar la tumba con flores. Moisés, Carolina y yo colocamos las flores que le gustaban a ella. No las puede ver, ni oler, lo sé.

Nos quedamos nosotros tres más tiempo. Los demás ya se han ido. Son alrededor de las cuatro de la tarde.

—Ya mañana volvemos a clases –menciona Moisés.

—Si, pero no será lo mismo sin ella. Viste que toda la sección vino a despedirse de ella. Sus amigos de la otra escuela también vinieron –agrego Carolina–. Pero no –coloca sus manos en sus ojos–. Pienso que todo esto es un sueño al cual pronto despertaremos. Mi amiga Solange no puede estar allí enterrada. Yo sé que ella aún está viva. No, no, no. ¡Solange salde ahí, por favor, sal! –dice mientras golpea la tierra y llora.

Veo a Carolina llorar. Volteo a ver a Moisés y él solo seca las lágrimas de su rostro.

Miro a mi alrededor. Nada, solo estamos los tres aquí.

—Vámonos –digo. Levanto a Carolina y la abrace.

Doy un último vistazo a la tumba. Me quedo sorprendido al ver a Solange de pie a la par de la cruz que lleva su nombre. Si, es ella.

Toco el hombro de Moisés y de Carolina y les señalo la tumba de Solange. Los tres no creemos lo que estamos viendo. Uno a otro nos quedamos viendo y al volverla a ver, nos da una despedida, nos sonríe y desaparece.

Eso ha sido asombroso y a la vez extraño.

***

Nos encontramos en mi casa. Mi padre aún está en el hospital. Le pedí a Carolina que me ayudara con la cena. Estoy con mucha hambre. Pero sigo pensando en lo que nos dijo Solange ayer antes de morir: “Jolene les dará más información de él”. ¿Qué será? ¿Sabrá quién es?. Son preguntas que me hago.

Al finalizar la cena recibo un mensaje. No me sorprendo de ver de quien es. Pero me lleno de cólera porque sé que fue por culpa de él que haya muerto Solange. Borro el mensaje. Aunque luego me arrepentiré de haberlo hecho.

Moisés se quedará a dormir conmigo y Carolina. Solo fue a su casa por el uniforme y su mochila.

En el grupo de WhatsApp de la sección, nuestro docente guía nos recordó que tenemos que ir concluyendo con nuestra monografía. Nosotros vamos demasiado atrasados ya que, hemos pasado por todo esto y ya ni atención le prestamos a nuestra monografía, pero nos quedamos los tres avanzando en nuestro marco teórico.

Si, lo sé, nos hace falta dos de nuestro grupo. Jolene y Solange. Ahora solo somos cuatro.

Es extraño, la maestra nos asigna a Kira a nuestro grupo en sustitución de Solange. No nos agradó la idea, pero para avanzar la aceptamos.

Carolina se encargó de llamarla para que viniese a mi casa. En media hora se apareció.

Avanzamos bastante, bueno, solo en lo que la maestra asigno para el día de mañana.

Hablamos solo de la monografía y que vamos a hacer cada uno. Terminamos a las nueve treinta de la noche. Kira tiene que irse dado que su madre no deja de llamarla. Moisés se encarga de llevarla hasta su casa.

***

25 de septiembre, 2016.

He llegado a pensar que ya todo ha terminado. Que ya ahora no volverá ese tipo.

No logré saber quién era. Ya ni me importa. Solo sé que he estado mejor. Es cierto, extrañamos mucho a Solange, pero puedo decir que ella está en un lugar mucho mejor descansado y tranquila. Eso es lo que muchas veces me hace sonreír por ella.

Jolene lloró al confirmar la muerte de Solange. La llevamos a donde está enterrada. Estuvo allí hablando. Al casi irnos del lugar, pasó lo mismo. Se apareció y se despidió de nosotros. Sonreímos y nos despedimos de ella.

Nos es extraño que ella se haya aparecido por segunda vez. Pero al menos Jolene logró despedirse de ella. Moisés lo hizo hace una semana.

Jolene mañana se reintegrará a la escuela. Hemos decidido pasar la noche en su casa. Pedí el permiso a mis padres. Ya mi madre ha salido del hospital hace dos días.

Nada de trabajo. Solo pasarla bien. Hemos avanzado bastante en esta semana.

—Buenas noches chicos. Pasen adelante. Jolene está en su habitación con Moisés. Díganle que ya vuelvo, iré hacer unas compras. Gracias –nos dice Nataly y se marcha.

—Bueno, ya tenemos una misión –dice Carolina de manera graciosa. Reímos– Vamos.

***

Tuvimos que mover la cama de Jolene para que los cuatro podamos estar sentados delante del televisor, ya que no cabemos en la cama de ella.

Indecisos de qué película mirar. Decidimos al final por Bajo la misma estrella. Se que las dos chicas van a llorar al final de la película por la muerte de Gus.

En fin, paso lo que dije una vez concluida la película. Sé que es doloroso perder una persona especial. Nos pasó con Solange.

Son las nueve de la noche y aún no tenemos nada de sueño. Optamos por mirar una película más, pero no otra vez no sabemos cuál mirar.

—Elías –voltee a ver a Jolene–. Quisiera hablar contigo a solas.

—Uhmm, ¿de qué o qué? –pregunte confuso.