#3. ¿Amigos?

2015

La preparatoria puede decirse que es más seria, camino por los pasillos de la escuela necesito buscar la mochila que mis compañeros escondieron, tuerzo los labios, he tenido amigas, pero me han dejado de hablar, me detengo en la cafetería, un buen aperitivo puede ayudarme a pensar.

—Es enserio que estas comiendo en vez de buscar tu mochila.

—Cállate Basil.

—Eres increíble mujer.

—Lo sé — le doy otra mordida a mi sándwich.

Me jala de la muñeca, aunque me quejo no se detiene, me obliga a buscar la mochila, por cielo, mar y tierra, miro a un Basil desesperado porque ya casi comienzan las clases y aun no haya una mochila que no le pertenece.

—¿Por qué? — me mira.

—Que.

—Porque demonios me ayudas.

Desde la primaria me ayudo, cuando presenciaba cualquier violencia hacia mí, se metía, me defendía, en varias ocasiones intente acercarme y ser su amiga, pero me rechazaba y decía que no quería ser amigo de una marginada, entonces ¿Por qué?

—Por qué el profesor te mandara de nuevo a dirección.

—Que lo haga.

—Te pueden expulsar.

—Que lo hagan.

—Porque eres así.

—¿Así?

—Te vale todo, hasta que te golpeen.

Me encojo de hombros.

—Vete, yo sola busco mi mochila, deja de ayudar a la maldita marginada.

Aunque mi tono de voz no fue la adecuada estaba harta, cada vez me hartaba más, de la escuela, del futuro, de mis padres… nunca había presenciado ninguna pelea por parte de mis padres quienes eran mis pilares y me mantenían fuerte ante cualquier insulto, pero ellos cada vez se distanciaban más.

Fue cuando me dejo de importar todo, diario buscaba algo en que perderme, en que ser feliz de nuevo, me sentía perdida, sin camino, las rosas blancas ya no existían más en mi vida, las sonrisas de mamá ya no se veían, las palabras bonitas de papá ya no se escuchaban.

Basil me miro con los labios rectos, se dio media vuelta y se marchó, continúe buscando mi mochila, entre al gimnasio y la encontré colgada del foco y ahora como la bajaría, mientras pensaba como hacer que me salieran alas y pudiera volar, las luces del gimnasio se encendieron, en las gradas se encontraban vera y Dana.

—Hola Greta — saludó vera.

—Vera.

—Ayuda a Greta a bajar su mochila, Hernán — hablo Dana.

Entre cerré mis ojos, no era normal esa amabilidad, no veía burla en sus ojos, parecían dos chicas intentando ayudar a una, cuando tuve mi mochila di las gracias y me dirigí a la puerta.

—Greta — vera me detuvo con su voz — vamos a tomar un helado en la tarde, ven con nosotros.

Sin más Salí del gimnasio, las clases estuvieron normales, obvio sin contar las miradas acosadoras de Basil, ahora entiendo a Kilian cuando lo acosaba, es verdaderamente incomodo, cuando acabo la última clase tome mis cosas y me marche, cuando estaba a punto de dar la vuelta al camino para mi casa, un brazo me envolvió el brazo y me jalo.

—Mi favorito es el de vainilla — hablo vera.

Dana apareció a mi lado.

—El mío el de chocolate.

Ambas me miraron a la espera de una respuesta, las miré ambas sin saber que decir, mi mirada choca con la de Basil quien me miraba con el ceño fruncido, desvié la mirada.

—Queso — murmure.

—Que gusto tan raro y único — hablo vera.

Fuimos por los helados, hablamos sobre temas triviales ¿lo raro? Ellos me molestaban y estar aquí con ellos no me incomodaba en absoluto, se me hace raro su actitud amable, aunque en estos momentos su compañía es lo único que me distrae.

—¡Ya llegué!

El absoluto silencio me respondió, subo a mi habitación, por alguna razón me siento agotada, saco mis libros en los que dejaron tarea, miro la flor marchita que yace en mi tocador, dejo caer mi cuerpo contra el colchón, a veces extraño esos días tranquilos en familia, el sonido de la puerta abrirse me hace cerrar los ojos.

Escucho voces alteradas, un suspiro largo sale de mi garganta, me levanto buscando mis audífonos, pongo la música más ruidosa que exista y así me quedo dormida en los brazos de Morfeo, esperando que el día de mañana sea mejor que hoy.