¿Quieres casarte conmigo?

— No puedo creerlo, esa maldita zorra — dijo Alba, descargando toda su rabia.

— Enamoró a Josh, quería que matará a Arthur, pero él se negó — le explicó Ester.

— Ahora entiendo muchas cosas, gracias por todo. Tendrás que ayudarme de nuevo, debemos ir a varios lugares, rápido, hay poco tiempo, si les digo a mis hermanos no me creerán. Ya tengo un plan.

A la semana los príncipes emboscaron a Sir Xilas en el acantilado, cuando ya creyeron que estaba derrotado, de varios escondites salieron soldados oscuros. La lucha duró poco, el ganador fue el usurpador.

— Ves amor — Mary miró a los príncipes, que no podían creer que los hubiera traicionado — fue fácil hacerlos caer en nuestra trampa, ahora no hay obstáculos para nuestra coronación.

— Así es mi "Reina", aunque no veo a Alba, pero sin el apoyo de éstos no será difícil acabar con ella.

— Que idiotas, jamás me enamoraría de unos debiluchos como ustedes, solo de un verdadero hombre — Mary tomó del brazo al traidor.

— Prepárenlos para la ejecución — ordenó el hombre.

Cuando iban a cortarles la cabeza, una flecha se le enterró en el corazón al verdugo, era la princesa y Ester que llegaban a caballo con muchos hombres, eran los refuerzos que fueron a buscar en secreto. Las fuerzas estaban parejas, pero antes que la batalla se iniciará Arthur hizo oír su voz.

— Sir Xilas, le propongo una forma de terminar con todo esto de una vez, luchemos, quien gane será el Rey.

El otro acepto, creyendo que por ser más alto y macizo sería el vencedor, pero el joven era muy fuerte y ágil, cuando se vio perdido el guerrero negro golpeó al príncipe en la parte baja, y siguió pateándolo en las costillas, ya al borde del acantilado fue a rematarlo con su espada, con lo que no contaba era que Arthur tenía la suya todavía en la mano, cuando vio que el otro se le venía encima, el legitimo monarca la levantó muy rápido, se adelantó, atravesó a su rival y lo lanzó del acantilado, su grito de agonía se cortó al golpear contra las rocas. Al verse perdida Lady Mary trató de escapar, pero la terrícola la detuvo sujetándolo del cabello, y de un brazo.

— Por favor Arthur, él me obligaba a ayudarle. Te lo juro — rogó la del cabello claro.

— No mientas, con Alba vimos como ambos estuvieron el otro día en el bosque, y no precisamente recitando poesía... por favor, no caigas en su juego — le explicó Ester.

— Desde ahora vivirás en prisión para siempre — ordenó el ganador del duelo.

— Josh, ayúdame... amor...

El aludido miró fijamente a su hermano.

— Ha hablado el Rey, y su palabra es la ley.

— NOOO... tú me ama... ayúdame — gritó la rubia mientras los guardias se la llevaban.

A pesar que ya no tenían a su gobernante, los generales de los soldados negros se atrincheraron en el Palacio, pero cuando se extendió la noticia de la muerte del traidor, llegó gente de todos lados a apoyar a los legítimos herederos, incluso algunos de los soldados negros dejaron sus puestos y se unieron a las fuerzas libertadoras. 

Luego de varios días de asedio, los generales rebeldes se rindieron, esa tarde por fin los hijos del Rey asesinado volvieron a palacio, los comandantes que habían ayudado al traidor fueron ajusticiados, así como quienes atacaron a Javiera. A la semana celebraron la coronación del legítimo Monarca con una gran fiesta.

Esa noche los Príncipes conversaban sobre el futuro, la reconstrucción de los pueblos dañados, etc., Alba estaba radiante al lado de sus seres más queridos, hasta que Arthur les dijo que pensaba pedirle matrimonio a Ester. La alegría de los menores se opacó inmediatamente, en el caso de Josh, porque se enamoró de la terrestre, pero reconoció que su hermano era la persona indicada para ella, respetuoso, un caballero, nunca la hará sufrir, luego de la ceremonia decidió que se iría para siempre. En el caso de Alba, su corazón sangraba, sabía que tarde o temprano su hermano mayor se casaría, pero no podía evitar sentirse así de destrozada, amaba a Arthur... no como hermano sino como a un hombre.

El nuevo Rey encontró a Ester en un balcón, allí se arrodilló ante ella, para pedirle matrimonio, la terrestre le dijo que tenía que pensarlo, apenas tomará una decisión le contestaría. Decidió caminar por el jardín para pensar como rechazarlo, ya que no lo amaba, pero a pesar de eso le atraía quedarse en el lugar, aunque así no podría completar su destino. Se sentía cómoda allí.

— ¿Qué debo hacer, Javiera?

— Es tu decisión, no puedo decirte que es lo que debes hacer. Solo debo recordarte que deberías completar tu camino.

— ¿No puedo hacer eso que debo aquí?

— No estás en tu final.

— ¿Y si me quedó?

— A ti no te pasará nada, pero muchas personas inocentes sufrirán.

En eso escuchó una mujer llorando, era la princesa, se acercó asustada.

— Amiga ¿Qué te pasa? — se preocupó por la angustia de la otra.

Alba trato de que no se le notarán sus lágrimas.

— ¿Ya habló contigo Arthur? — preguntó a la terrestre.

— Si, quiere casarse conmigo... ¿Por eso estas así?

— Si, es de felicidad por ustedes, en este tiempo te he tomado mucho cariño, serás una excelente cuñada, y Reina.

— Todavía no lo he decidido — tal vez pueda ayudarme a rechazarlo sin ofenderlo.

— Acepta — a la terrestre le sorprendió que ella le dijera eso, pensó que le aconsejaría lo contrario — te hará feliz, será un marido ejemplar — sus ojos se dulcificaron — nunca encontrarás alguien como él, es un hombre maravilloso.

Ester se disculpó, y siguió caminando por las arbustos y árboles, para ella era más que evidente que su amiga estaba enamorada de su hermano, recordó cuando pensó que él era el esposo de Alba... si se casaba con Arthur los ayudaría para que olvidaran ese amor incestuoso, ya que estaba segura que él también la amaba, pero no completaría su viaje, además no quería casarse sin amor. En un rincón se encontró con el médico, que estaba revisando el rosal preferido de la anterior monarca, estaba muy melancólico y feliz pensando que ella aceptaría la propuesta que le hicieron.