Latentes

Siglo XXV

Año 54

La humanidad desconoce los hilos que comienzan a tensarse alrededor, tenues, frágiles, hilos que buscan ser atados con la precisión de un fino tejido.

El mundo está en un punto diferente al del siglo XXI, la población humana ha sido reducida por sus propias manos, hambre, guerra, enfermedad, llevados a un punto crítico apostaron por la ciencia y tecnología. Así fue como, el insaciable camino hacia el descubrimiento y la experimentación, dio origen a la raza cambiante. Un punto de inflexión, la salvación del inquebrantable espíritu humano.

Sin embargo, el corazón humano jamás eliminó los zarcillos de perversión, maldad y oscura avaricia, los zarcillos permanecieron y se multiplicaron con la nueva oportunidad de vida, ocultos entre los latidos, viendo en aquella raza nueva la oportunidad de emerger, sádicos, violentos, mezquinos.

El corazón humano no aprende.

La voluntad es implacable.

Los siglos han pasado y ambas razas comienzan a ver con otros ojos la realidad en la que se encuentran, la humanidad se enfrenta al inesperado efecto secundario de la mezcla sanguínea, una semilla silenciosa que floreció en las generaciones posteriores a la liberación de los cambiantes, y que ahora, convertida en una hierba insidiosa empieza a devorar las matrices.

La infertilidad, es el nuevo talón de Aquiles de los humanos.

Los hilos se mueven alrededor de eso, alimentándose de un rencor añejo, buscando reunir las fuerzas necesarias para empezar a golpear, encontrar los poderes ocultos entre los suyos, aún inactivos y resguardados en la seguridad de los clanes y el anonimato, oscuros poderes violentos que solo ellas poseen.

La humanidad golpeó primero, sin piedad, sin clemencia, sin descanso ¿cuánto más podrán aguantar los cambiantes? ¿Cuánto tardarán estos hilos para despertar los instintos más oscuros de sus corazones? ¿Cuál es el precio que pagarán ambas razas cuando los poderes amenacen con envolver el mundo en sangre?