15.- Estamos bien

Las personas que vivían en el quinto piso están devastadas, los niños corren hacia sus padres y ellos los rodean con sus brazos, escucho una pregunta que me deja devastado: "Mami, ¿Entonces no podemos volver a nuestro cubículo?" las lágrimas comienzan entonces a brotar también de mis ojos, el escenario es muy triste, se mire donde se mire, mis abuelos y mi hermana abren sus paquetes y sin más que hacer hago lo mismo.

El paquete es una sencilla bolsa de plástico resellable con una botella de agua, una torta, tres pastillas para dormir y una para tranquilizarse, mis abuela se toma la última y ayuda a su esposo borracho a hacerlo, me seco un poco las lágrimas y voy con mi hermana.

- Camila. - no responde - Camila.

- ¿Sí?

- Vamos, abre tu paquete, no nos dio tiempo de desayunar.

- No tengo hambre. - su voz es lejana, sin sentimientos, sin Camila.

- Deben ser los nervios, come, después te dará hambre, yo tampoco he desayunado hagámoslo juntos.

Sin muchas ganas mi hermana abre su paquete y saca la comida, le quita la servilleta y da la primer mordida.

- ¿Tú crees que mi papá sepa del meteorito? - me pregunta.

- No lo sé, tal vez.

- ¿Cuánto tiempo estaremos aquí?

- No lo sé.

- ¿Mi abuelo sigue mareado?

- No lo sé.

- ¿A ti te gusta Jessica?

- No lo sé, espera ¿Qué dijiste?

- ¡Sí te gusta! Te gusta, son novios, se besan, se...

Rápido tapo su boca. - ¡Camila! Guarda silencio.

- ¿Por qué? No quieres que se entere, porque yo pienso que también le gustas.

- Camila eres muy pequeña para saber eso.

- Tienes 17 años, entonces tú deberías saberlo. ¿No quieres que grite para que no se entere?

- No, es por... los mareados, les duele la cabeza cuando gritas. Mejor sigue comiendo, yo haré lo mismo.

¿Cómo una niña tan pequeña me puede poner tan incómodo? Las puertas del búnker se abren y el líder del edificio entra.

- Buenos días a todos -nos saluda- como ya saben el tercer piso tiene algunas fracturas así que las comidas se servirán aquí, como el primer piso está intacto y necesitamos desocupar espacio sus residentes deberán volver a sus cubículos...

- ¿Y si cae otro meteorito? -grita alguien interrumpiendo al líder.

- No hay de qué preocuparse, en ese caso pueden volver a bajar, bien, como les decía, necesitamos algunos voluntarios que recibirán cursos para hacer actividades con las personas que permanecerán aquí, juegos, talleres, y cosas así, los que quieran participar deben anotarse en los cubículos 1001, 1002 y 1003 del primer piso, en el búnker tenemos cuatro salas de regaderas, los horarios para tomar un baño serán después de desayunar y después de cenar, tomen el que gusten, la regla de sólo tardar cinco minutos sigue en pie. Es todo por el momento, volveré si tengo nuevas noticias.

Hay murmullos tras la salida de Jonas, voy con mis abuelos para ver si me dan permiso de anotarme para los cursos. No he olvidado la misión que me dio mi papá, de hecho esto es parte de mi plan, en mis talleres podré darle a conocer a la gente que una mejor vida es posible.

- Abuela, ¿Crees qué podría ir a los cursos?

- Si es lo que quieres no veo porque detenerte, podrías ayudar a mucha gente.

- Claro que lo haré.

Salgo del búnker y la luz del primer piso me atonta un poco, abajo está algo oscuro. Voy a los cubículos y ahí está Jessica, no he hablado con ella desde... ayer, dijimos que todo estaba bien pero aún así, es difícil no sentirse incómodo. Vamos Javier, tienes 17 años, casi 18, sé un hombre. Voy hacia ella para saludarla.

- Hola -me gana.

- Hola -le respondo- ¿Irás a los cursos?

- Sí, no quiero ir a sentarme a mi cubículo esperando que todo pase cuando puedo ayudar.

- Estoy de acuerdo contigo, además yo tengo que quedarme ahí ¿Por qué no aprovechar el tiempo?

- Oye, sé que ya te lo pregunté pero ¿Estamos bien verdad?

- Sí, estamos bien, voy a ir a anotarme.

- Claro, fue bueno aclarar las cosas, hasta pronto.

- Adiós.