Un Comienzo Inexplicable

La historia que estoy por contar no es necesario que la crean, ya que, bueno, es algo difícil de creer. Comenzaré por dar una breve introducción de mí mismo:

Me llamo Rubén, mi edad, em…, quisiera no decirla ya que con mi edad se podría pensar que estoy loco, cosa que cuando quise contar lo que me pasó, sucedió. Pero eso es algo que pudiera habérseme ocurrido, digo, decir al aire libre y a personas que no conoces que has viajado a… No, aún no es momento de decir a donde he viajado, primero tengo que aclarar unas cuantas cosas. Bien, tomaré riesgo, mi edad es de 90 años… ¿un poco viejo, huh? Ok, ok, demasiado viejo, lo sé, y, además, bastante longevo, tanto, que a veces es aburrido ya que no puedo moverme como antes, aun así, lo intento. Pero bueno, cuando viajé a ese extraño lugar no tenía esta edad (claro está) … He de decir que tenía alrededor de 20 años, ni muy joven ni muy viejo, pero solo físicamente, ya que mentalmente tenía la edad de un niño de apenas 13 años, o al menos eso me decían constantemente…

-Rubén, deja de hacer eso -gritaban mis tías.

-Rubén, deja de comer eso -repetía mi madre.

-Rubén, ¡¿qué rayos haces aquí?! -exclamaba constantemente mi padre cuando me cachaba donde no debía estar. Insisto, a esa edad en realidad seguía siendo un niño… Y no me quejo, fue una etapa de mi vida tan buena que, por eso, generalmente actuaba como un niño; aunque no era así siempre, tampoco malentiendan, en cosas donde la madurez era necesaria sabía comportarme de manera adecuada.

¿Y por qué tenía problemas en decir mi edad?, quizá se pregunten. Bueno, han pasado cerca de 64 años desde que me sucedió, y apenas hoy, en este momento, alguien que no sea yo está conociendo mi historia, o bueno, una parte de mi historia que nadie, excepto con quienes la viví, supieron, y eso es porque no quería que me volvieran a llamar loco o que me acusaran de cosas que claramente yo había hecho. Quizás estés pensando que eso que me ocurrió (el haber llegado a ese lugar) fue algo que, pues me merecía, sin embargo, no creo que haya sido el caso. Aun y con la edad mental que tenía, en realidad nunca fui una mala persona, o eso quiero pensar yo. Siempre ayudaba a quienes me necesitaban o a quienes me lo pedían; claro, si tenía el tiempo y la forma de ayudarles. Así que por alguna especie de “karma”, no creo que haya ido a parar a ese lugar. Ahora bien, por alguna cuestión de “destino”, esto quizá puede tener sentido, pero…, no soy muy creyente del destino. Quisiera pensar que llegué a ese lugar por mera y descarada coincidencia; lo que me crea duda, ya que mi abuelo solía decir que las coincidencias no existen, aunque en este momento es en lo que quiero pensar, que fue una coincidencia. No soy la persona más habilidosa del mundo, soy normal como muchos otros de los que están a mi alrededor, no tengo súper fuerza…, tampoco súper velocidad o cosas de esas; soy un humano de pies a cabeza, tengo una vista muy buena y sé analizar las cosas de maneras bastante profundas (se me ocurre pensar eso). Sin embargo, eso no me hace alguna especie de súper humano o cosas que tengan que ver con eso, por si creían que tenía alguna habilidad “súper” para haber llegado allá, pues no, no es así.

Por lo que, ya visto esto, con una breve y confusa introducción de quién soy, pasaré a explicar ahora un poco más a detalle lo que sucedió. En este punto quizá muchos comenzarían por describir aquel lugar, como llegué ahí, etc., pero no haré eso; iniciaré narrando de un tiempo más atrás, porque creo que en realidad todo comenzó desde entonces y no en mi “accidente”.

A mis 20 años era 1946, estábamos apenas recuperándonos de la segunda guerra mundial, mi familia no la pasó mal del todo en esta guerra, solo como muchos, teníamos miedo de que algo nos fuera a pasar y aún peor sin haber cometido algún crimen. Sin embargo, lo peor de la guerra, pues ya había concluido, solo quedaban los restos de ésta: personas llorando por pérdidas, personas enojadas con los demás países por el conflicto, entre muchas otras personas con sentimientos diferentes, tantas, que no podría hacer referencia de todas.

Recuerdo un día en específico a la perfección ya que ese día fue muy feliz para mí. La chica de mis sueños, aquella a quien yo más quería y anhelaba que estuviera conmigo, me invitó a salir. Se me hizo raro ya que el hombre siempre era el que invitaba a salir a la dama, pero en esta ocasión fue diferente. Con ilusión, fui y la cita fue algo fenomenal, excepto por un pequeño detalle… A donde fuimos estaba nada menos y nada más que Francisco, una persona que hasta la fecha aborrezco con todo mi ser; ¿por qué?, bueno, eso es sencillo de responder. Ese tipo en verdad era una molestia. Imaginen que tienen un enemigo, y éste, a su vez, tiene un enemigo; y el enemigo de su enemigo es peor de molesto que él. Bien, ahora junten a ambos en un solo cuerpo: se convierte en la persona más molesta del mundo, ¿no?; pues este tipo era aún peor que eso… ¡Un verdadero dolor de trasero! Pero bueno, a lo que iba es que don molesto estaba ahí como casualidad y, para colmo, el gustaba de Karen, que era la chica de mis sueños más profundos y totalmente visibles... Olvidaba decir otro detalle igual de importante: este tipejo era ni más ni menos que el mejor peleador del equipo de artes marciales de la universidad, y no escatimaba en usar sus “habilidades” para hacer menos a otras personas y, claro está, su presa preferida era yo…

Al vernos, el tipo no la pensó dos veces antes de irse hacia nosotros para hacer su “increíble” aparición e intentar sorprender a Karen para quitármela… Llegó y su primer movimiento fue claro: intentar humillarme, y vaya que lo logró; el cómo preferiría no decirlo, ya que solo me hará molestar. Pensar que después de tanto tiempo aún me molestaría este sujeto… En fin, lo que pasó después de su “pequeño acto” fue que Karen se fue con él y ahí me quedé yo, solo de nuevo. A simple vista parecería que esto no tiene sentido alguno con la historia que les quiero contar, sin embargo, este pequeño suceso podría decirse que fue parte de la causa.