Prólogo

Elariron era un reino mágico cuyo resplandor se cernía sobre los habitantes de los tres clanes.
El clan del viento, cuyo guardián era Caelum, un joven de pelo castaño y ojos marrones con el pelo plateado y esbelto.
Luego tenemos al clan del agua, un clan pacífico y remoto en el cual el guardián era el sabio que ellos albergaban, un joven pacífico, de ojos cristalinos como las aguas de los ríos, el pelo de un tono celeste que brilla como las perlas del mar, apuesto pero tranquilo, misterioso, silencioso.
Por último, nos encontramos al clan más poderoso de los tres que alberga el reino, el clan del fuego, un clan en el que los habitantes son elfos valientes, aventureros y en cuanto peligrosos. Todos los clanes albergan un guardián, pues bien, este no será la excepción; puesto que el guardián de este clan se trata de una joven que se llama Lyra, una joven de pelo rojo como las llama, de ojos verdes y con una cara que parece de porcelana.

La historia de este reino es como mínimo peculiar puesto que los clanes convivían en armonía, siguiendo tratados y viejas tradiciones que nadie sabía bien cuál era su procedencia.

Sin embargo, nada es eterno y en Elariron la paz no duró por siempre, pues en la época de los primeros amaneceres, se cernió una oscuridad entre los clanes sin precedentes, los tratados se rompieron, las alianzas se tambalearon y lo único que quedó fue la guerra que estalló en un lugar donde antes se convivía en armonía.

Nadie sabe ciertamente que es lo que rompió los tratados, ni si fue o no una conspiración para hacer estallar una guerra, lo que si se sabes es que después de eso las relaciones entre los clanes fueron hostiles, se prohibieron los matrimonios entre miembros de diferentes clanes, las relaciones se extinguieron casi por completo y solo quedaba el homenaje que se celebraba todos los años en el claro de la noche eterna, un lugar sagrado, neutral, donde las hostilidades se pagan con la muerte propiciada por la ira de los ancestros de Elariron.