Capitulo 12



Elige una puerta, cualquier puerta, todas llevan a esta verdad. Es un destino, y el destino es inevitable.

Marissa Meyer

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Blondie Lockes y Cupid entraron a castleria, el comedor formal del instituto. Y el nido de chismes favorito de Blondie.

Cada grupo tenía su propia mesa, por así decirlo. Como los chicos de Wonderland ( Maddie, Kitty, Lizzy Hearts, Alistair y Bonnie. Y esa chica rubia de aspecto de juego de mesa, cuyo nombre ninguna de las dos recuerda nunca ). También estaba la mesa de Duchess y Sparrow, aunque hoy el chico estaba inusualmente solo. Cupid preferia sentarse con Ginger Breadhouse y Cerice Hood, pero Blondie tenía otra idea, y la arrastró a la mesa de los Royals.

Apple White fue la primera en fruncir el seño cuando vio a las dos chicas avanzar hacia la mesa, pero intento mantener su sonrisa roja intacta.

–Blondie, no quiero ir ahí– le susurró Cupid bastante molesta, intentando zafarse del agarré de esta. Pero Blondie la ignoró.

–Hola, Hola, compañeras Royals– Las saludo Blondie en un todo un poco alto, sin importarle demasiado llamar la atención. Pero las chicas en la mesa cerraron las bocas y miraron en otra dirección.

–Ustedes dos no son Royals– susurro Apple, con veneno en su voz, y la mirada gélida dirigida a Cupid. Blondy comenzó un pequeño monólogo acerca de sus raíces de Royal, y tomo asiento, soltando finalmente la muñeca de Cupid. Ella se dió la vuelta, evitando la mirada azul de Apple White mientras Blondy hacia lo que sea que estuviera planeando en su cabeza.

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–... Y por eso, deberíamos ser aceptadas como las chicas Royals que somos– Cupid miro a Blondy sobre su hombro cuando escucho esas palabras, luego miro a las personas que estaban en la mesa: Apple, Briar, Daring, Holly... Dexter. No había notado su presencia antes, y ahora sentía la sangre subir a su rostro, pues todos la miraban a ella.

–¿C. A. Cupid, Una Royal?– pregunto Briar con tono sarcastico –No te ofendas, Cupid, pero es que tú eres...–

–Un monstruo– admitió Cupid, sin titubear. La sonrisa en los rostros de Apple y Briar se esfumaron. –Lo sé– dijo con una sonrisa –los únicos que parecen olvidarlo son... Ustedes– exclamó, y golpeteo su mejilla con sus uñas larguísimas como garras recién pintadas de negro, mientras en su sonrisa se asomaban las puntas de dos pequeños colmillos. Un escalofrío recorrió a los chicos Royals, sobre todo a Apple White, quien pensaba que compartir habitación con la villana de su propia historia la volvía valiente. No conoces a los verdaderos villanos, pensó Cupid al ver un destello de miedo en los ojos de la princesa.

–¡Entonces!...– prosiguió Blondy –...como les decía...–

Cupid ignoro a Blondy, conocia su discurso de memoria, y observó el resto de la castleria, a los alumnos, tanto Royals como Rebels, a los héroes, y a los villanos.

¿A cual pertenecería ella si no fuese lo que era?

¿Sería una heroína, por llevar amor a cada reino?

¿O una villana, por engañar a los corazones y no permitirles encontrar el amor verdadero?

¿Sería una Royal, por cumplir ese destino?

¿O una Rebel, por desear enamorarse?

Lo que le espera en su futuro se miraba difuso en su mente, y sus pensamientos pronto se callaron, cuando por el rabillo del ojo vio un par de alas azules brillantes. Faybelle Thorne.

Miro una última vez a Blondy, quien reía de algo con Holly O'Hair, para el desagrado de Darín Charming, y luego rodeo la mesa hacia el fondo del salón. Al pasar junto a Dexter, rozo una de sus afiladas garras en la mejilla del chico, quien se sonrojo por el contacto y oculto su rostro.

Faybelle la observó llegar, y su mirada se demoro bastante en el cabello negro, las garras, y la ropa provocativa.

–Finalmente Princesa, has vuelto– dijo el hada malvada.