Dos

 Catalina

-Cata, baja a desayunar que se te hará tarde- gritó mi madre desde la cocina

-Ya voy, solo déjame terminar de arreglarme.

-Sólo te recuerdo que Sarah pasa en veinte minutos.

A Sarah la conocí en secundaria, desde entonces somos inseparables. Recién entramos a la universidad, terminar la preparatoria a los 17 no fue fácil pero aquí estoy. Tratando de impresionar a mi papá, creo.

-Listo, ya bajé.

-Desayuna, no quiero que llegues a tu primer día sin probar alimento.

-Tranquila, no quiero descuidar mi alimentación.

-¿Estás nerviosa?

-No, estoy emocionada.

-Me alegro, y espero que la carrera te guste.

-Créeme, con todo lo que he visto que hace papá sí me gustará. Y ya me voy que ya llegó Sarah.

-Está bien, te cuidas.

-Gracias te quiero.

Me subí al auto de Sarah, pusimos algo de música para que no se hiciera tan pesado el trayecto a la universidad, cuando llegamos no podía creer lo que veía, en verdad parecía de película el edificio.

-Bien niña, llegamos.

-¿Crees que me pierda?

-Conociéndote sí, pero tranquila, a la primera persona que veas le preguntas por el departamento escolar.

-Perfecto, pasaré vergüenzas pidiendo ayuda.

-Nunca se sabe, quizás y encuentras al amor de tu vida.

-Parece que alguien ha visto muchas películas de romance.

-Al menos ahí imagino una vida que no puedo tener.

Me despedí de Sarah, caminé por la universidad, en verdad estaba perdida pero no quise preguntar a nadie porque me gustaba la vista de la universidad, hasta que hubo un momento en el que enserio estaba perdida. Busqué a una persona que me pudiera ayudar, me acerqué con un chico, estaba sentado en una banca leyendo, se veía amable, por eso le pedí ayuda.

-Hola

-Hola- respondió levantando la vista de su libro.

-Disculpa por interrumpirte pero quería ver si me podías ayudar a encontrar el departamento escolar.

-Eres de primer grado, ¿cierto?

-Sí, ¿cómo supiste?

-Sólo lo supe, te acompaño, yo igual soy de primer grado y también tengo que ir ahí.

-Muchas gracias, soy Catalina Villarreal, me puedes decir Cata.

-Mucho gusto Cata, soy Iván Huerta.

Atravesamos toda la escuela hasta llegar a las oficinas que tenía, había distintos salones; tesorería, sala de maestros, comedor, tutorías, dirección, prefectura, y departamento escolar. Pedimos informes para que nos entregaran nuestros horarios, la señora que nos atendió fue muy amable y en segundos nos entregó nuestro horario y un recibo para poder recoger nuestros libros.

-Parece que tenemos a primera hora la clase de idiomas- dijo viendo los horarios. 

-Bueno, al menos tengo compañía en la primera hora.

Nos reímos y avanzamos; durante el camino Iván me contó el por qué decidió estudiar negocios internacionales, me platicó sobre problemas que tuvo con su papá cuando se enteró que quería estudiar esto y no la carrera de derecho, como él. Me sentí mal al saber que no contaba con su apoyo en cuanto a su decisión y cómo lograría pagar él solo toda su carrera.

-Creo que aquí es- dijo una vez que vimos la puerta-

-Sí, es aquí. ¿Te pido un favor?

-Claro.

-¿Me apartas lugar? Necesito ir al baño.

-Está bien, aquí te cuido el lugar. 

-Voy y vengo.

Casi me voy corriendo al baño, estaba cinco aulas más atrás pero no quería llegar tarde, encendí mi celular al salir y contesté un mensaje de Sarah. Iba tan distraída que choqué con un chico, me di un golpe en la frente con su barbilla. Cuando levanté la vista noté sus ojos color café claro, su cabello era ondulado y se veía algo despeinado, podía ver su mandíbula marcada con una barba apenas creciendo. De reojo vi que en su brazo tenía unos tatuajes pero no logré distinguir qué eran.

-Lo siento no miraba por dónde iba.

-Creo que caminar y usar el celular no es buena combinación para ti.

Al decir eso, reveló una sonrisa que delataban unos hoyuelos en ambas mejillas, y por un minuto me perdí en ellos.

-Me tengo que ir, tengo clase- dije cuando retomé sentido.

Me fui sin decir nada más.