El arte de recordar tus besos.

Tres

-Creo que es de primer grado -le dije a Carlos cuando se acercó.

-¿Desde cuando te interesas en alguien del mismo grado?

-¿Quién dice que me interesa?

Nos quedamos otros veinte minutos rondando en la escuela, no tenía ganas de entrar a clases y estaba considerando saltarme todas el día de hoy. Pero Carlos me obligó a entrar a la primera. Al entrar y ver a tantos interesados en sus estudios me sentí tan estúpido de estar ahí, hasta que la vi. A esa niña tan torpe de cabello marrón oscuro casi negro, con unas mejillas rosadas, sus ojos rasgados que brillaban de una manera inexplicable y unos labios que dibujaban una sonrisa color carmesí.

-¿Es que no te piensas mover?

-¿Qué?

-Llevo 2 minutos preguntando si te quieres sentar atrás.

-Sí, está bien.

La miré por última vez antes de irme a mi asiento y esperar que pasaran los cincuenta minutos de la clase. Luego de que el maestro llegara, nos obligó a presentarnos uno a uno, si me preguntan, es lo más infantil que pudo haber hecho pero quien soy yo para juzgar. Cada uno se fue presentando, cuando fue el turno de ella me incliné hacia delante cruzando las manos para ver qué hacía, cuando dio la vuelta y me vio, solo abrió los ojos tanto como pudo y comenzó a sonrojarse. No pude contener la risa pero traté de no hacer ruido.

-Adelante, la escuchamos -le dijo el maestro luego de unos segundos. 

-Sí, lo siento. Hola, me llamo Catalina Villarreal –me miró sonriendo como si me amenazara y continuó- tengo 17 años, soy originaria de Monterrey pero me vine a vivir para acá cuando tenía 13 por cuestiones de trabajo de mi papá. Siempre he visto todo lo que hace y cómo trabaja y eso hizo que tomara un interés hacia la carrera, aunque inconscientemente me vi obligada a estudiar esto por cierta aprobación.

-¿Quién a la edad de 17 años busca la aprobación de su padre en cuanto a su carrera? -me vi en la necesidad de cuestionarla aunque siento que fue algo grosero.

-Alguien que sí convive con él

¿Cómo es que había acertado en eso? No nos conocemos como para que sepa que no he visto a papá desde hace mucho tiempo. Sólo me quedé callado y esperé a que la clase terminara.
Dos clases después nos dieron el descanso, esperé a que todos salieran y me fui detrás de ella para hablarle.

-Disculpa -la jalé del brazo haciendo que se detuviera. 

-¿Qué quieres? 

-¿Es que siempre eres así de descortés? 

-Suelo ser amable con la gente que en verdad lo merece. 

-¿Puedo saber por qué dijiste eso frente a todos? 

-Porque está claro que tus conductas se deben a algo, y si adiviné con lo que dije fue solo coincidencia. 

-Ahora eres psicóloga. Pero está bien, prefiero eso a buscar ser el hijo perfecto de alguien que tal vez nunca lo aprecie.

Antes de que me pudiera reclamar llegó el chico que estaba sentado atrás de ella a buscarla.

-Cata pensé que venías atrás de mi. 

-Perdón Iván, me entretuve hablando, pero ya vámonos porque tengo hambre. 

-Adiós Cata -le dije cuando comenzó a avanzar. 

-Catalina, alguien como tú no puede llamarme igual que mis amigos.

Me acerqué a ella, le sonreí y le dije en el oído.

-Tal vez en poco tiempo no me quieras solo como amigo -le di un beso y me fui.



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En el texto hay: juvenil, romance, novela romatica

Editado: 06.05.2022

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