7 Max

Nina ha sido arrastrada por aquellas criaturas, no he podido hacer nada por ella, por la distancia y con Alex a mitad del camino no podría haberla ayudado, suelto una lágrima de dolor, este maldito reportaje ya ha causado muchas muertes y gracias a mí y mis ocurrencias hemos liberado a una criatura, antes era un humano, está claro, un ladrón y asesino de gran calibre, ahora es un monstruo en toda regla, quién era en realidad tras la capa de carne humana. Ya no se trata de detenerlo o distraerlo, debemos matarlo… no, ya no es una persona humana, con un cuchillazo o una descarga eléctrica no va a morir ni resultar afectado, hay que destruirlo, reducirlo a cenizas o dejarlo en pedazos, demasiados para juntarlos por su propia cuenta.

Tras un pequeño descanso de algunos segundos, regresamos a recorrer los helados ductos de ventilación, el frío llega al punto de cubrirme las manos con las mangas de mi sudadera, podría causarme una quemadura por congelación de tipo 2 o mucho peor, las de tipo 1 ya las tengo aseguradas, mis manos están rojas y heladas. Mi instinto y mis cálculos me hacen subir a la primera vuelta hacia arriba, gatear es lo fácil, digo, es el primer intento de moverse de a un lado a otro de cualquier persona en la infancia o cuando uno es un pequeño bebé, lo difícil es subir. Me veo forzado a usar mis manos sin la protección de la tela y mis zapatos con suela rasposa como una luja, muevo mis manos y pies coordinadamente impulsándome con un pequeño salto, subiendo unos cuantos centímetros del ducto con ayuda de esos impulsos, en ningún momento hablamos, es la mejor decisión de momento, no queremos tocar el tema por lo doloroso que es, Alex intentó salvarla con todas sus fuerzas, yo no pude hacerlo. Lo que me mantiene enfocado es escapar y denunciar el crimen, me importa una mierda si me toman de loco, si escapo los obligaré a revisar esta tienda endemoniada, me suicidaría en la maldita bodega en caso de ser ignorado, tendrán que hacerlo de una forma u otra y encontrarán todos los cuerpos, si destruyen los maniquís y la fábrica oculta de estos mismos me daré por satisfecho.

La salida está sellada. En donde debería estar la rejilla que da al callejón la tapa una placa de metal impidiendo el paso, está hecha exclusivamente para evitar que alguien se cuele o salga por aquí, no para taparla en su totalidad, los largos orificios me lo demuestran muy bien. Si lo cálculo bien han de ser las doce de la noche, no hay luces cercanas, solo las pequeñas luces en la zona de carga.

— ¿Y ahora qué hacemos? —le pregunto a Alex, al único que queda a mi lado, he perdido toda fe en salir de aquí.

— Tú ya sabes qué, matar a Richard —está decidido a hacerlo, lo veo en sus ojos llenos de ira y frustración.

Por un momento me llega una idea fugaz de que Alex podría ser el asesino todo este tiempo, los maniquís podrían ser un agregado independiente. En ambos casos Alex ha sido el testigo en ambos casos, tal vez mató a Kevin en un ataque de ira al tocar Kevin un tema sensible, haciendo que Alex pasara de irritarse a llegar a la rabia incontrolable. Es una de mis sospechas, con Nina tal vez no era el caso tal cual, eso no podría pasar por los sentimientos incapaces de ocultar, a excepción de la alegría, las emociones llevadas al extremo no pueden ocultarse tan fácilmente, y digamos que Alex no es el psicópata en crecimiento digno de continuar el legado de Richard, incluso le tenía miedo a abrir la cerdo bebé muerto en clase de biología, decía que se sentiría culpable por más que ya estuviera muerto y él solo lo abriría para ver en su interior.

Alejo ese pensamiento tras tocarlo levemente, puede que la primera probablemente tuvo algo que ver, lo demás ya no sería broma, se vio arrepentido de todo corazón al darse cuenta de lo que hizo.

— Odiarás la idea, pero tenemos que separarnos para cubrir más terreno y así nos podemos enfrentar a menos maniquís —trato convencerlo de separarnos como forma de no caer tan enseguida en la trampa del asesino, esperan que salgamos ambos al mismo tiempo al vernos entrar de ese modo, si nos ven saliendo por separado irán a perseguir al otro, o a uno.

— No lo haré, lo dije una vez y lo haré las veces que sean necesarias, lo que vamos a hacer es mantenernos juntos —rechaza terminantemente la idea, se enfoca en llegar a la salida juntos, pero eso esperan esas criaturas.

— Piensa en esto, nos vieron entrar juntos, si ese es el caso al salir a la sección pública ya nos van a esperar, si nos separamos los sorprenderemos, en caso de que no nos vean nos volvemos a juntar en la oficina, y si descubren a uno que corra a la salida o se esconda sin mirar atrás; uno de los debe de salir vivo.

Tras discutir y perder más tiempo, logro convencer a Alex con el argumento de lograr que uno sobreviva por lo menos y denuncie lo que pase, sino no van a cerrar este lugar. Irritado sin querer superarlo, Alex elige ir por la izquierda, mientras que yo me iré por la derecha, cerca del puesto de revistas tapando los controles de la luz. Llegando cerca de donde iniciamos, tiramos unas monedas en los bolsillos llamando la atención de esas cosas, los hacemos esperar una llegada que jamás pasará.

Arrastrarme por los nuevos ductos es complicado, no es fácil distinguir a donde van, un pequeño resplandor cada quince metros de las ventanillas cerradas me ayudan a distinguir si sigo en la bodega, estoy entre dos muros y sí llegué. En lo que podrían ser veinte minutos llego a la parte baja al lado de la pared de abrigos personalizados, no tan buenos como suenan por la falta de material para hacer lo que te prometen, personalizar el abrigo. Observo los alrededores del lugar, primero a la derecha, nada; segundo al frente a lo lejos, nada; tercero a la izquierda, nada. Con mi pistola eléctrica en la mano, abro la rejilla con facilidad, quedando debajo un perchero que me oculta tras faldas largas y jeans rasgados perfecto para no salir tan rápido a la intemperie.