Capítulo 5

Querida yo,
la que se despierta tarde porque no tiene a dónde ir,
la que se repite mil veces “voy a intentar”,
y termina llorando en silencio
porque no sabe por dónde empezar.

Esta carta es para ti.
Para la que se sienta frente a la pantalla
y siente que su vida se está escapando
como agua entre las manos.

La que tiene 23 años y aún no sabe quién es.
Ni qué quiere ser.
Ni a dónde va.

La que ve cómo todos trabajan, estudian, viajan,
y ella sigue ahí…
sin dinero, sin motivación, sin apoyo.
Soñando con algo mejor,
pero sin saber cómo conseguirlo.

⸻

No estás rota.
Estás buscando.

Y no estás sola.
Aunque duela, aunque parezca que a nadie le importa,
yo estoy aquí
y estoy viendo todo lo que has aguantado sin rendirte.

Tú no elegiste esta vida.
Nadie te dio el mapa.
Solo te soltaron al mundo
esperando que lo resolvieras todo sola.

Y aún así,
sigues intentando.
Cada día.
Con miedo, pero con fe.

⸻

Sé que te has sentido una carga.
Que te has preguntado si no trabajar
te hace menos valiosa.
Que has llorado porque ni tu familia ni tu pareja
te han dicho: “vamos, saldremos juntas de esto”.

Pero eso no define tu valor.

Tu corazón vale más que cualquier currículum.
Tu ternura, tus palabras, tus ganas de vivir algo distinto…
eso también es futuro.

Y aunque hoy sientas que no estás construyendo nada,
estás construyéndote a ti.

Desde los escombros,
desde el cansancio,
desde el vacío.

⸻

No eres perezosa.
Estás herida.
Y aún así, sigues soñando.
Escribiendo.
Creyendo en algo mejor.
Y eso ya es heroico.

⸻

No te compares.
No corras.
No te castigues.

Algún día mirarás este capítulo de tu vida
y entenderás que no estabas perdida,
solo estabas reinventándote sin darte cuenta.

Y ese futuro
que hoy parece un muro sin puertas,
será un campo abierto
donde tú escribirás tu propia historia.

Una historia sin miedo.
Sin mendigar amor.
Sin pedir permiso para brillar.