Capítulo 8: Las flores buscan amor.

Por fin el sol se asomaba por encima de las copas de los negros árboles y por debajo de la eterna cúpula de nubes. Las florecitas estaban extasiadas y corrían por todos lados en el jardín, disfrutando de esa luz divina que veían rara vez. Todas cantaban, todas bailaban. Lo importante era disfrutar lo que pocas veces se tiene.

Jacinto las miraba como un padre ve a sus hijas. Veía como Ross se ocultaba en la sombra de un árbol mientras garabateaba en su cuaderno de dibujo. Miraba a Orchid contonear su corta falda por entre las demás flores, siendo adulada y amada como siempre. Miraba a Myrtle sentada al lado de Ross sin dejar de parlotear. Lo importante era disfrutar lo que pocas veces se tiene.

Ross soñaba con un príncipe de oro que tenía un caballo negro azabache. Lo dibujaba atras de su cuaderno de dibujo y tenía mucho miedo de que su profesor de matemáticas lo viera. Myrtle era muy alegre y no paraba de hablar de su país de origen, donde el sol brillaba siempre y las nubes sólo dejaban sus cargas deliciosas cuando era necesario. Ross la ignoraba en veces, Ross soñaba despierta ya que lo importante era disfrutar lo que pocas veces se tiene.

Ross había encontrado sentido a su existencia. Ni sus padres furibundos, ni sus hermanos drogadictos le hacían la menor puya. Ella vivía pensando en su maestro de matemáticas. Ella veía a un padre. Ross dejó de ver el mundo tan gris. Contemplaba con alegría los rayos del sol. Incluso el cabello negro que poblaba su cabeza y cubría su rostro casi se tornó de un azul muy oscuro, brillante, hermoso a la luz del sol. Ross se sentía feliz, lo importante era disfrutar lo que pocas veces se tiene.

Una tarde luminosa, la rosa negra se acercó al profesor con una carta en mano. Muy valiente, muy sonrojada, la depositó en su mano y corrió nuevamente a su salón. El profesor la guardó en su portafolios, contento y recordó que lo importante es disfrutar lo que pocas veces se tiene.