Capítulo V

_Hace tiempo quería contarte hermana, pero no quise romper tus ilusiones, eres para mí la persona que más amo en el mundo y mi compromiso con el príncipe no va a cambiar nada de eso_respondió Beatriz con serenidad ante la creciente ira de su hermana_lo siento si te rompí el corazón, pero el amor no se impone,el príncipe y yo nos enamoramos desde la primera vez que nos conocimos, y eso es algo que nada ni nadie puede evitar,no quiero que seamos enemigas, tú también encontrarás a alguien que te ame de verdad,con el príncipe sólo serías infeliz.

_Siempre tú en mi camino,la favorita de mamá, de papá, del rey y ahora del príncipe, no entiendo; soy tan hermosa como tú y aún más elegante, ¿qué ven en ti que no me ven a mi?, por Dios,lo único que deseaba con todo el corazón era casarme con el príncipe y también me has arrebatado esa posibilidad,¡ te odio!_replicó Margaret soltando todo el rencor que consumía su alma enferma.

 Beatriz se acercó dulcemente a su hermana: _Nadie te puede arrebatar lo que nunca fue tuyo aceptalo hermana, y sé feliz también con alguien que de verdad te ame.

 Margaret, caminaba de un lado al otro de la habitación dominada por la furia,sin atender a las palabras de su hermana,pero inesperadamente se calmó, esbozó una ligera sonrisa y se acercó a su hermana:

_Tienes razón, nadie puede arrebatarte lo que nunca fue tuyo,y hay que luchar por lo que amas,te deseo lo mejor hermanita,se feliz,yo trataré de serlo a mi manera_concluyó abrazando a la inocente Beatriz con una expresión siniestra.

Al día siguiente el príncipe se marchó, luego de despedirse con un beso a su amada y a su anciano padre,y haciendo una cortés reverencia a Margaret. Cuando  el galope de los caballos se fue apagando en la distancia, Margaret solicitó permiso al rey para salir a la ciudad  a hacer unas compras.El soberano le dio su autorización no sin antes recomendarle llevar una escolta,Beatriz se ofreció a acompañarla,pero Margaret se negó rotundamente alegando que regresaría temprano.Al atardecer partió en su carruaje.

Al llegar al pueblo,Margaret ordenó al cochero que la esperara a la entrada,a pesar del asombro de éste, continuó su camino a pie.Pasó por el mercado abarrotado de lugareños que se amontonaban en los diferentes kioskos  de ropa barata,legumbres,carnes rodeadas de moscas,frutas.Arrugo la cara en un gesto de asco y se tapó la nariz con un pañuelo apurando el paso para salir lo más pronto posible de aquel lugar.Pronto se encontró a la entrada de una estrecha callejuela igualmente sucia y maloliente, avanzó un poco y se encontró con una pequeña puerta semi rota y despintada,encima se leia un letrero bastante tosco:"Boticario ",resuelta empujó  la puertecilla y se adentró en un lugar casi en penumbras, atestado de frascos de diferentes tamaños y colores que despedían un olor penetrante.Se acercó al obeso dependiente que dormitaba en un viejo taburete.La muchacha lo despertó con aspereza y le hizo varias preguntas. El bonachón  vendedor le mostró algunos frascos,de los cuales Margaret eligió una botellita que contenía un líquido semi transparente, pagó  y se marchó con su mercancía escondida bajo su capa.

Anochecia cuando la joven descendió del carruaje en el patio del castillo, e inmediatamente se dirigió a su habitación para desprenderse de su maloliente ropaje y darse un baño para  alejar de sí, el tufo del mercado.

_¿Qué tal te fue hermanita,pudiste comprar lo que querías?_ le preguntó amablemente Beatriz  que leía un libro  sentada en el alfeizar de la ventana. 

_No,no encontré lo que quería, volveré en otra ocasión, ese lugar es horrible y asqueroso_respondió Margaret con una fingida indiferencia.

_Podías haberlo encargado y te lo traían aquí al castillo_ repuso Beatriz divertida ante el rostro huraño de su hermana.

_De vez en cuando hay que salir de esta jaula de oro querida, afuera también existe el mundo_respondió Margaret con una sonrisa irónica.

 El horario de la cena había llegado y las muchachas se sentaron junto al rey