Capítulo XXII

El príncipe se despidió de su amada con un apasionado beso.Pero Beatriz no pudo conciliar el sueño en toda la noche.Se sentía profundamente arrepentida de haber llegado hasta allí para reclamar sus legítimos derechos y desenmascarar a su hermana exponiendola así a una muerte espantosa."quizás debí haber dejado todo como estaba y seguir de incógnita en la casa del señor Hugo,entonces Margaret estaria a salvo", se reprochaba una y otra vez.

El día siguiente llegó con una premonición funesta.Afuera del palacio,el pueblo se agolpaba frente al lugar de la ejecución esperando impaciente el cumplimiento de la terrible sentencia.Beatriz se negó terminantemente a presenciar la mórbida escena.Con el alma destrozada,se encerró en su recámara orando por un milagro salvador para su desdichada gemela.

Margaret apareció en el lugar,fuertemente maniatada y flanqueada por los soldados de la Guardia real que la conducían con los rostros graves y herméticos hacia su lúgubre final.Toda su altivez y arrogancia habían desaparecido,las negras ojeras que bordeaban sus ojos revelaban una larga y tormentosa noche de insomnio,la cojera derivada del terrible episodio con los zapatos mágicos,su traje desarreglado y sus cabellos sueltos y enmarañados, le daban un aspecto ruinoso,un despojo andante de quien fuera una orgullosa y déspota aspirante al trono.La muchedumbre comenzó a gritarle insultos a su paso,le lanzaban verduras podridas y algunos más atrevidos trataron de acercarse para golpearla,acción que fue impedida por los guardias.Con trabajo subió los escalones de madera y quedó de pie mirando con desprecio al populacho.Un sacerdote se acercó para confesarla:

_Arrepientete de tus pecados hija mia,para que puedas entrar al reino de los cielos_pronunció solemnemente haciendo frente a ella la señal de la cruz._¿deseas pronunciar tus últimas palabras?_preguntó.

Margaret levantó la cabeza desafiante:_ deseo que todos se pudran en el infierno_escupió su odio contra los presentes. 

Ante tal insulto,la muchedumbre enfureció aún más. Enardecidos,exigían al verdugo que acabara de una vez con aquella víbora maldiciente."¡Cortenle ya la cabeza a esa miserable,qué esperan!".Sus gritos se escuchaban con claridad en los aposentos de Beatriz, que horrorizada se tapó los oidos.El verdugo levantó su filosa y temible hacha,cuando de repente,el príncipe que se había mantenido en completo silencio levantó una mano:_¡Alto!_.Todos se volvieron hacia el joven estupefactos.

_Sé que los crímenes cometidos por la acusada han sido gravisimos y no merecen otra sentencia que la muerte,pero mañana será mi coronación y posteriormente me desposare' con la mujer que amo.Es de mal augurio comenzar un reinado derramando sangre,el perdón nos hace mejores personas y mejores gobernantes.He decidido perdonarle la vida a esta mujer que tanto daño ha hecho.En cambio pasará el resto de sus días recluida en una de las mazmorras de la más alta torre del Palacio, de donde jamás podrá escapar,ni verá la luz del sol ni recibirá visitas,será su peor castigo,tal vez allí tenga tiempo de pensar y arrepentirse de sus delitos.Es el deseo y la orden de vuestro futuro soberano!_concluyó con voz  firme y tajante.

Un murmullo de disgusto se levantó entre la multitud que esperaba ansiosa el final de aquel monstruo,pero su príncipe había dicho la última palabra y no había más que objetar. Poco a poco se fueron dispersando hacia sus hogares,mientras la sorprendida Margaret era conducida nuevamente a su celda.Beatriz sintió el repentino silencio y se asomó a la ventana, pensaba con horror que todo había terminado para su hermana, pero al ver el patíbulo vacío y sin huellas de sangre,comprendió alborozada que su gemela aún seguía con vida.Se vistió con rapidez y fue al encuentro de su joven prometido para agradecerle,pero éste se encontraba reunido con sus ministros en el salón del trono.Entonces decidió visitar a su hermana en la celda.