Por aquellos días fue cuando el dios Baal se le apareció a Salot en sueños y le dijo que el anillo no se lo iba a entregar a él, sino al primer hijo que tuviera.
Pero que debía tomar su lugar como futuro rey y quitar al sacerdote del trono, porque de no ser así, la descendencia de Abiatar reinaría Jerusalén por siempre.
También le contó la historia de los hermanos que nacieron juntos y cómo uno se convirtió en rey y otro en soldado. Y las grandes proezas que ambos habían hecho.
Se dice que, desde el día siguiente, Salot despertó como un nuevo hombre y decidido a seguir las instrucciones de Baal, comenzó a juntar a sus leales, los convenció de que lo siguieran como futuro rey, ya que era hijo de Zamalech y los preparó para la sublevación en cuanto tuvieran la oportunidad.
Y así fue, Salot entró una noche y se reveló contra Abiatar. Los guardias que lo acompañaban eran parte de la connivencia con Salot. Y entre todos lo obligaron a salir del castillo y cabalgar en su mula sin detenerse lejos fuera de Israel.
Algunos dicen que su viaje terminó en Alejandría.
Así pues, Salot se hizo de la corona de Jerusalén y los otros seis reinos estuvieron de acuerdo con su reinado siempre y cuando mantuviera sus asuntos al margen del tratado. De esta manera la casa de Saúl volvió a ocupar el trono de Jerusalén.
Después a los dos años de su mandato, tuvo un hijo con Kalá, la gesurita. Al que llamó Salomón II en honor al hombre que había dado su vida por él, desde su nacimiento.
Baal le entregó el anillo a Salomón cuando éste alcanzó una edad madura y Salomón con la ayuda de los ángeles y demonios, le construyó un templo con oro y mármol de Tiro y maderas del bosque de Líbano. Un templo que dedicó al señor Baal con sacrificios y holocaustos y dónde se resguardó el arca del pacto, con las tablas de los mandamientos y el anillo de Salomón, lugar en el cual descansó Baal siendo alabado por siempre. Logrando su objetivo con paciencia. Y el reinado de Salomón II fue como ningún otro en la historia de Israel.
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Editado: 05.05.2020