Capítulo 14

Kaleb Campbell 

Saludo al guardia de seguridad y entro para aparcar el coche en el estacionamiento del edificio.

Si bien muchas veces mis hermanos y algunas personas ajenas a la familia vinieron y continúan viniendo aquí para realizar diferentes actividades, este apartamento es solo de mi pertenecía.

Vivir aquí en medio de la ciudad y en medio de un tumulto de personas que día a día transitan en ella puede ser algo estresante, pero a mí me resulta muy relajante oír el sonido de los vehículos y los murmullos de las personas que anda durante los transcursos de los días, pues eso es lo único que me mantiene alejado de mis propios demonios, el ruido de la ciudad mantiene mi mente ocupada y no permite que me hunda en mis pensamientos.

— ¿Señor? — su rostro pálido y sus ojos abiertos en demasía me dejan en claro que no esperaba verme aquí.

— Helen — sonrío y ella sonríe igual — Lo siento, he olvidado las llaves en casa de Xander, por eso tuve que tocar. No quise asustarte — explico y ella me regala una sonrisa cerrada. 

— No se preocupe — hace un movimiento con su mano restándole importancia al asunto — Creí que no vendría hasta en la noche — dice con mientras abre la puerta en su totalidad y asi me deja entrar al apartamento.

— No, de hecho no iba a venir, pero vine porque debo buscar algo — murmuro frunciendo el ceño, un intenso aroma capta mi atención, por lo que comienzo a caminar hacía la cocina y ver que es lo que Helen ha preparado para que este espléndido aroma se haya esparcido por todo el apartamento — ¿Lo has hecho tú? — inquiero mirándola y señalando el pastel que se encuentra sobre la isla para desayunar.

— Si — asiente — Últimamente lo he visto muy extraño y distraído, por eso lo hice porque se cuanto le gusta el pastel con fresas y crema... — menciona con una media sonrisa encantadora sobre sus labios — quizás ese detalle le alegre la tarde — articula  encogiéndose de hombros y una pequeña mirada pasado de mi persona al pastel.

— Gracias, Helen — de alguna manera esta mujer logra saber cuándo estoy en malos ratos, siempre que lo nota cocina mis cosas preferidas y lograr sacarme una mínima sonrisa — ¿Helen, ha venido alguien? — inquiri.

Recordar la manera en la que reaccionó al abrirme la puerta, me hace pensar que alguien vino y por lo que su expresión me dio a entender no fue de su agrado.

Parpadea reiteradas veces y tensa su mandíbula con fuerza.

— ¿Helen?

Su silencio afirma mi sospecha.

— Si — responde tras realizar un mohin de desagrado — Vino a buscarlo el tipo con tatuajes y ha dicho que lo llamará con urgencia — habla dejando en claro el asco que siente hacía la persona que vino hasta aquí.

— ¿Algo más? — inquiri enarcando una de mis ceja, mirandola interrogante.

— No quise dejarlo pasar y me ha insultado — declara con hastío — Luego forcejeo conmigo y entro como si esta fuera su casa — atentamente escucho su queja — Lo vi ir hasta su oficina... creo que ha sacado algo, pero no pude ver que era. Lo siento señor — artícula y con pena desvia la mirada hacia sus manos.

— ¿Te ha hecho daño? — pregunto y ella niega cabizbaja — Entonces no te preocupes — menciono para tranquilizarla — Sea lo que sea que haya sacado lo recuperaré — aseguro.  Me acerco a ella y la tomó de su mentón para que me mire — No importa que cosa haya tomado si tú estás bien no pasa nada ¿De acuerdo? — vuelve a colocar su expresión habitual y asiente.

Pasando por un lado de ella me alejo y  tomó un plato de la encimera, cubiertos del cajón derecho y me dirijo ansioso hacia el mesón. Hoy mi alegría será el poder degustar el pastel que Helen ha hecho.

— Señor — con la boca llena ladeo la cabeza, regresandole la mirada — Puedo hacerle una pregunta, he querido hacerla desde hace varios días pero como lo he visto poco y algo distraído no quise ser inoportuna — alega jugueteando con sus manos con cierto nerviosismo.

— Puedes preguntar lo que sea — pronuncio al tragar un trozo del pastel.

— Es una pregunta tonta, pero quiero salir de... — hago un movimiento para que continúe y haga su pregunta — ¿La joven que vino el otro día es la misma que esta pintada en el retrato la sala? — toso y golpeó mi pecho.

Su pregunta me tomo por sorpresa.

Me mira con preocupación y se acerca a mí para extenderme un vaso de agua, lo tomo y hago una señal para que sepa que estoy bien.

— Vaya pregunta — murmuro dejando el vaso sobre el mesón — Si, la joven que has visto es la misma de la pintura — respondo y un gran "Oh" se escapa de sus labios — Mismo rostro, diferente personalidad — una risa amarga se escapa de lo mas profundo de mi ser — Ella es la chica de la cual te he hablado.

Recordar su mirada tan fría y distante causa que un dolor punzante se sienta en mi pecho.

— Aún la sigue amando — menciona con seguridad.

— Así es, Helen.

No supe ver el valor que Scarlett le ponía a lo nuestro hasta que se cansó de luchar sola y me dejo.

No supe lo importante que ella era para mí hasta que la perdí.

(***)
 

Helen, mencionó que él se había llevado algo y la verdad es que aun no he podido detectar que falta. En fin, yo no he venido aquí para buscar algo que no sé que es, si he venido es por una fotografía, la única que conservo de ella y la cual, si mi memoria no falla, me costó mucho lograr que ella accediera a tomarse.

Al conseguir lo que tanto le había pedido me hizo el hombre mas feliz y en ese momento fui un estúpido que no se dio cuenta de que realmente sentía.

Hoy no es mas que eso una fotografías, una que me hace recordar lo que tuve y no supe apreciar.

Solo es un bonito recuerdo imprimido en un viejo trozo de papel.

Esa sonrisa plasmada en su bonito rostro dejaba ver cuán feliz se encontraba en aquel momento, recuerdo el brillo tan único que poseía en sus hermosos ojos y como su mirada estaba conectada con la mía. Ese brillo era amor puro, amor que no supe cuidar y que poco a por el odio fue invadiendo... Invadió por completo todo el amor que ella sentía por mi; El odio abarcó en su corazón y reemplazo al amor que habitaba dentro, dejando solo el resentimiento, dolor y  repugnancia a simple vista.