Capítulo 18: Epílogo

El sol caía sobre el mar, diseminando su luz dorada en un baño de oro a toda la superficie de las aguas, iluminando la arena, la atmósfera entera con aquel hermoso halo de lo efímero. Las aguas, tranquilas, llegaban rítmicamente a la arena, retractándose después como si no se atrevieran a ir más allá. Y allí, en el borde, estaba él. Podía ver su figura recortada contra el sol poniente, su cabello rizado agitarse a merced de la suave brisa, notar su figura moverse al ritmo de sus tranquilas respiraciones… - Mike. – Lo llamó, acercándose. – Mike. – Alargó el brazo hacia él, sintiendo el deseo de compartir aquella bella estampa. – Mike…

Y entonces, Mike se volvió. - ¿Lo ves, Ce? Cuando baja el sol se ve como si el mar fuera dorado… ¿Te gusta? – La tomó de la mano. - ¡Creo que aún podemos meternos un rato antes de volvernos al hotel!
Jane sonrió, sintiendo que por fin todo estaba donde debía estar. El calor se sentía muy diferente comiendo un helado al lado de Mike, y el mar… El mar era tan grande, como una pradera inmensa y azul, o dorada en los atardeceres como aquel. Los sucesos de Hawkins habían quedado atrás en el largo viaje, y, ahora Jane había descubierto lo que eran, de verdad, unas buenas vacaciones.
Más allá, bajo una sombrilla y con unas gafas de sol que reflejaban, Jim la vigilaba mientras disfrutaba de una buena cerveza y un cigarrillo, y cuando Jane fue para quitarse la camiseta antes de meterse al mar una última vez, esbozó una sonrisa. – No te metas mucho rato, ¿De acuerdo? – Ella asintió enérgicamente, sonriendo. - ¡Y, recuerda! – Continuó, mientras ella ya se alejaba. - ¡Si se te llena el bañador de arena, recuerda lo que te dije! ¡Eso es que son unas verdaderas vacaciones!
Al menos, eso es lo que le había dicho su padre cuando lo llevó, pensó mientras la veía irse corriendo para un último chapuzón del día junto a Mike. Sonrió, viéndola disfrutar como una niña, como la niña que era, y se permitió él también el lujo de estirarse un rato más. Se permitió el lujo de no fijarse en el sol poniente, ni en el agujero que tenía en el centro, observable con sus gafas de sol. Trató de no fijarse en aquella extraña ocurrencia, ni en el hecho de que no recordase despertar tras la última pesadilla. Trató de no fijarse en los hombres de negro que creía ver por el rabilo del ojo pero que nunca estaban ahí. Y Jim se estiró, tratando de ignorar aquella melodía que zumbaba en su oído, procedente de ninguna parte, y que comenzaba así.

Is this the real life…?
Is this just fantasy…