Capítulo 19

—La casa amarilla se en… en… encontraba en per… perfecto estado —leyó Luna.

Estaba ayudando a Fran y a Luna con sus deberes. Entre ellos estaba el de leer un cuento. Tanto Luna como Fran habían empezado primero de primaria hacía unos meses, lo que significaba que en estos momentos todavía no sabían leer muy bien.

—No pasa nada, Luna —la tranquilicé acariciándole la espalda—, no hace falta que leas todo del tirón. Lo que importa es que lo entiendas.

La niña me sonrió.

Hoy mi familia se marcharía y yo estaba aprovechando al máximo el estar con ellos. Se irían por la tarde, así que por la mañana estaría con ellos.

—Fran, lee una frase —le ordené. Los niños se iban turnando: uno leía una oración y otro leía otra.

—El cielo a… azul se encontraba des… despejado —leyó él.

—Bien —le felicité con una sonrisa en los labios.

—Las luces estaban a… apagadas y no se oía nada —leyó ella.

—Cuando de repente…

—¡Buu! —exclamó Lea asustándonos a todos.

Los pequeños gritaron, al igual que yo.

—¡Lea! —gritamos los tres, algo molestos por la broma.

—¡A por ellas! —exclamé mientras corría hacia ella. Los niños me siguieron y entre los tres le empezamos a hacer cosquillas a Lea. Lea, por su parte, no paraba de reír mientras se tumbaba en el sofá.

—Basta, por favor —suplicaba.

Nosotros seguíamos a lo nuestro.

—Esto es por asustarnos —dijo Fran.

—Y por no dejarnos de terminar la lección. Mañana tenemos que explicar de qué va el cuento en clase—dijo Luna.

Los cuatro nos reímos. Luna, Fran y yo dejamos de hacerle cosquillas a Lea. Cuando se incorporó en el sofá, yo me senté con Fran y Luna en mi regazo. 

Terminamos de dar la lección y nos pusimos a jugar. En realidad, les leí un cuento. Era experta en eso: ponía las voces de los personajes, daba la entonación adecuada a la historia, le daba suspense… Los niños no me quitaron los ojos de encima, embobados y absortos con la historia. Seguí y seguí hasta que el cuento finalizó y fui a ver a los demás antes de ponerse en marcha hacia el Moonlight.

.   .   .

Era lunes por la mañana. Me encontraba desayunando mientras hablaba con Georgina. 

Ayer se fueron todos. Los más pequeños del Moonlight se pusieron muy tristes y me abrazaron con fuerza, al igual que Lea. Kara y Álvaro, aparte de abrazarme, me dijeron lo orgullosos que estaban de mí. Los demás también me abrazaron con fuerza. Hannah y Sarah se fueron de allí alicaídas debido a mi ausencia en el estudio, aunque les prometí que, en cuanto me echaran, iría a ensayar como una burra.

—Tierra llamando a Madison —dijo Georgina mientras chasqueaba los dedos delante de mí. Enseguida le volví a prestar atención, sonrojándome un poco.

—Lo siento, Georgina —me disculpé.

—No pasa nada, tranquila.

—¿De qué estabas hablando? —le pregunté.

—Te estaba diciendo lo bien que has estado en los nacionales. Cuando te vi vestida de princesa, se me cortó la respiración. Lo hiciste de maravilla. ¡Y esas acrobacias fueron alucinantes! Si te soy sincera, no pareces elástica. —Georgina hablaba con emoción. Se notaba que le había gustado asistir a los nacionales—. Y el segundo baile fue… diferente.

—¿Diferente? —inquirí yo, alzando una ceja.

—Parecía que ibas desnuda, Maddie. Pero la cara de loca la bordaste. Me encantó; es lo mejor que he visto.

Estaba muy emocionada. No sabía que le había gustado tanto.

—Por eso estabas nerviosa el otro día, ¿verdad? Porque temías que no nos gustase o que nos defraudase a nosotros —dijo mientras señalaba a todo el comedor— y a tu familia.

Asentí con la cabeza. La verdad, había resumido todas mis preocupaciones de los días anteriores al nacional.

Iba a decir algo, pero no pude ya que el príncipe Eric se levantó de su asiento y todas nos lo quedamos mirando asombradas.

—Chicas. Tengo algo que anunciar —dijo él tranquilamente. “¿Qué será?, me pregunté—. Ya he decidido quiénes formarán parte de la Élite. Las que no seáis nombradas deberán abandonar el palacio; no me odiéis, por favor. Todas sois unas chicas magníficas, pero solo puedo dejar a seis como la Élite.