Capítulo XV

¡Me moría de rabia por saber que la enfermera Carmen ahora estaba muerta! ¡Aunque mi cuerpo estaba paralizado mí mente sollozaba por su muerte…, pero es imposible que yo pueda hacer algo!

En ese momento sé abrió la puerta de mi cuarto y cuándo vi quién era, quedé totalmente sorprendido.

_ ¡Hola, amigo mío, espero que no te hayas olvidado de mí!; en cuánto supe lo de Carmen vine inmediatamente.

Era el Dr. Carlos.

_¡Carlos! ¿Qué haces aquí?

Gritó Cloe.

_ Llegué apenas supe lo que pasó con Carmen e inmediatamente vine a ver a José.

-¡Te interesa más ese paciente que yo! ¡soy tu esposa, maldita sea; ni siquiera me avisaste que vendrías!

- ¿Todo está bien aquí?

Entró el Doctor Francisco.

Sí todo está bien. -Dijo Cloe.

_ ¿Bien? ¡estabas armando un escándalo!

Dijo el Dr. Carlos.

-Bueno cielo, me preocupan las cosas que han pasado últimamente… ¡debiste haberme avisado que vendrías…

Dijo Cloe.

_ ¡Ja! -sonrío Carlos con una sonrisa burlona- ¡Cloe, vine aquí con mi paciente! Y, por cierto, ¡quiero el divorcio, no me apetece estar más a tú lado!

-¡Estás loco! -Grito Cloe- ¡No me puedes dejar!

El Doctor Carlos golpea la mesa y responde:

_ ¡Ya lo hice!

………………………………………………………………………………………………

¡Esta noche ha sido la más rara de mi vida! Me dije a mi mismo. Pero ¿qué está pasando?

¡Joder! ¡No puedo creerlo!

Desafortunadamente mi noche no había terminado, el demonio que estaba atormentándome me había dicho qué más gente alrededor de mí terminaría muriendo, hasta que quedará sólo yo…

¡No sabía qué hacer, no podía advertirle a nadie! ¡Estaba desesperado por gritarle al mundo que estaban en peligro!

A la mañana siguiente me visitó Mabel:

_ ¡Hola, cariño! -dijo Mabel-

Se acercó; y antes de darme un beso se dio cuenta de que tengo rasguños.

¿Pero qué son estos rasguños qué tienes aquí?

Exclamó Mabel. No se quedaría con la duda; se pondría a investigar qué estaba sucediendo aquí…