Día 971.1.

Era el día de la gran batalla.

Hilltop, El Reino y lo que quedaba de Alexandria se unieron para emboscar a los Salvadores.

Idearon un plan, cada uno se dividió en grupos grandes, con armas, preparados para disparar en cualquier momento.

El grupo en el que iba Rick, fue emboscado en la pradera por el grupo de Negan. Por todo el lugar se escuchaba el distinguible silbido de su líder. El grupo de Rick estaba desorientado, no sabía de dónde provenía exactamente. Luego, se escuchó una voz a través de un megáfono que Negan llevaba consigo y varios radios distribuidos por el lugar.

- Joder, Rick. Mírate -decía en su tono burlón-. Gracias. Muchas gracias.

Le decía que había sido emboscado con un juego de palabras que parecía irritante. No fue hasta ese momento que Negan se dio cuenta de que era verdad que Sarah no estaba con ellos. Por un lado se sentía aliviado y por otro decepcionado. Al menos sabía que estaba lejos y que después de que todo esto terminara iría a buscarla, con la excusa de que "su querido" Daryl ya no estaba en este mundo, vivo. Para ello quería su cabeza, literalmente, como una evidencia; de esa forma ella se resignaría y volvería a sus brazos y esta vez, sin restricciones.

También estaba presente Dwight, con un traje de esclavo como el tenía puesto Daryl cuando fue capturado por Negan. Estaba golpeado, sangrando y sobre todo decepcionado de sí mismo y culpable. Gabriel, quien había sido capturado por Negan gracias a una coincidencia cuando Rick atrajo una horda de Caminantes al Santuario, se encontraba allí, con temor por lo que iba a ocurrir.

Negan tenía una arma apuntando la cabeza del Padre, un arma que había sido, previamente, probada hacía un rato. Contaba desde tres lentamente. Iba a disparar sin compasión por el pobre hombre que estaba sufriendo problemas de ceguera. Al llegar al uno, los Salvadores salieron de su escondite para disparar. El tirano haló del gatillo, al mismo tiempo que todos y estas se devolvieron hacía sí mismos, gracias al ingenio de su científico Eugene.

Rick y los demás estaban desconcertados, pero no desaprovecharon esa oportunidad.

Mientras tanto en Hilltop, la comunidad estaba siendo atacada cuando de repente salieron las chicas de Oceanside contraatacando contra los Salvadores. Ellas había decidido cooperar. Aaron estaba con ellas, más fuerte que nunca. De pronto, esa misma fuerza invadió el espíritu de los demás y cada uno comenzó a disparar. Estaban preparados. Solo faltaba una.


 

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