Cap 10: El camino hacia el puente

La noche en Tulcán era fría y despejada. En el cuarto que ahora compartía con Julián, Mateo miraba por la ventana, contemplando las luces distantes de la ciudad. Aún no se acostumbraba del todo a vivir allí, pero cada día sentía más el calor del hogar, el de Julián. Se habían acostumbrado a las miradas, a los comentarios, incluso a los silencios incómodos. Pero lo que aún les dolía era saber que Fernando, Fercho, seguía propagando chismes.

Mientras tanto, en otro rincón de Tulcán, Fercho se encontraba solo. Había evitado pensar en Julián, en Mateo, en todo lo que esa relación removía dentro de él. Pero aquella noche, algo cambió.

En un impulso, tomó las llaves de su moto y fue a un lugar que no pisaba desde hacía más de veinte años: el viejo puente de piedra, ese donde jugaban de niños, donde Julián le contaba sus sueños, sus miedos, y sus secretos... hasta que uno de esos secretos cambió todo.

Fercho se quedó un largo rato mirando el río que corría bajo el puente. Recordó cuando Julián le confesó que era bisexual. Él no supo cómo manejarlo, y eligió lo más fácil: alejarse y juzgar.

—"Yo también tenía miedo, pero me escondí tras la rabia..." —murmuró para sí.

Esa noche no pudo dormir. A la mañana siguiente, llamó a un viejo amigo de Quito, el mismo con el que había hablado en el bar. Le contó que pensaba pedirle perdón a Julián, y que tal vez, solo tal vez, ya era hora de dejar de huir de su propia historia también.

Horas después, Fercho envió un mensaje a Julián:

> “Voy a pasar por tu casa esta noche. Necesito hablar contigo y con Mateo. No voy a discutir. Solo escúchenme, por favor.”

Julián leyó el mensaje en silencio. Se lo mostró a Mateo, que levantó una ceja, inquieto.

—¿Crees que viene a armar escándalo?

—No lo sé —respondió Julián, acariciándole la mano—. Pero lo sabremos mañana. Solo espero que haya entendido algo…

Y así, el capítulo cierra con la tensión en el aire, con un puente entre dos pasados y un presente que busca sanar.

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