Capítulo 15

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Jungkook no dijo ni una sola palabra a lo largo de la noche, el tema por el cual se sentía afligido al parecer se había desvanecido con el paso de las horas. Lo que había sucedido ese día, solo era el despertar de los problemas de los cuales todos hablaban, pero al mismo tiempo ignoraban.

Jimin estaba sentado comiendo su pudin mientras que me observaba con detenimiento desde su cama. Había llegado temprano en la mañana, por alguna razón mi paso por casa había sido fugaz y una estresada yo decidió que ir con Jimin al hospital sería una excelente idea. El no estaría solo y yo conseguiría la paz que tanto buscaba.

— Entonces... – dijo mientras que tomaba otra cucharada de su postre. Su rostro agradable y risueño ya no existía, este había sido cambiado por una mirada fría y fastidiada. - ¿Qué dijo él? – Preguntó, por último.

— La verdad no dijo mucho, en realidad nada – respondí recordando lo sucedido. – Odie más a la señorita Mei de lo que me incomodaba él. Pero muy Enel fondo una parte de mi creía que tal vez ella tenía razón y yo no tenía madera para protagonizar la historia, para ser “Mira”. – En lo más profundo de mis pensamientos, siempre creí que ese papel, tal vez no era para mí. – Ella está locamente enamorada de ese pobre hombre, pero yo ni pena por mí misma podía sentir.

— Por un lado, me alegra no haber estado allí, pero por el otro entiendo lo que ella se refería y lo que tú te refieres. Solo no quiero escoger un lado, porque tal vez pueda herir a alguien.

— ¿Crees que ella tiene razón? Porque, aunque no lo creas yo también lo hago. – no era un chiste el que se contaba, pero mis labios no pudieron evitar esbozar una sonrisa un poco amarga.

— No tienes que hacer nada que no quieras, ¿lo sabes verdad? – asentí a su comentario.

— Solo, no quiero problemas – comenté. No quería trabajar con Kim, pero los próximos años no serían más que trabajos que en donde probablemente no acepte la mitad de las cosas que deba hacer, o con las personas que debía trabajar. – Ya casi acabará esto y realmente quiero hacer un buen trabajo.

— ¿Cómo se comportó Tae? – la verdad era que Kim había sido amable, se había comportado como un ser humano y rápidamente sintió mi incomodidad. Tal vez debí agradecerle el apoyo.

— La verdad, me sorprendió lo empático que se portó. – admití. – estoy segura que no era una situación en la cual ninguno de los dos nos sintiéramos “bien” ¿Entiendes? – una sonrisa inundó su rostro y de un momento a otro yo también me sentía más animada.

— Si hubiera sido yo en lugar de Taehyung, ¿me habrías rechazado? – fingir que no entendía los verdaderos motivos de la pregunta de Jimin solo me hacían sentir peor y mucho más, por los tipos de pensamientos que recorrían mi mente en ese instante. No lo sabía, o tal vez solo no quería decirlo.

— Kim y tú son seres humanos completamente diferentes para mí. – el embrollo del asunto se resumía en que mi problema no era con él beso per se, si no, con la persona a la cual debía dárselo. - ¿tal vez no? – su sonrisa casi instantánea se hizo presente nuevamente. La ambigüedad de mi respuesta me había hecho sonrojar. Me causaba intriga el porqué de su comportamiento tan dulce conmigo, sus palabras que no me asfixiaban, pero me llenaban de calor humano que no había sentido últimamente. ¿Así era como se sentía Jungkook cuando estaba junto a ella?

— Hana – levanté la mirada de él libro que llevaba conmigo y esbocé una sonrisa como respuesta. – ¡Quiero que salgas conmigo! – dijo. Su tono sonaba más como una orden que una petición, pero aun así entendí a lo que se refería. - ¿te gustaría? La próxima semana regresaré a la escuela.

— Solo si me aseguras que será una cita muy divertida – mi tono juguetón lo tomó por sorpresa, haciendo que las manzanas de sus mejillas se tornaran carmesí.

— Me temo que será la más divertida que hayas tenido jamás – reí por la ironía de esa frase, ya que buena o mala sería la primera que tendría.

La pequeña alarma que me decía que mi tiempo se había expirado se hizo presente en ese preciso instante. De inmediato me giré para alcanzar mi bolso y comencé a guardar mis cuadernos en este.

Sentí la mirada del pelinegro en mi espalda mientras que recogía mis cosas. Tal vez no iba a ser como el de la rueda de la fortuna, pero, igualmente sería un beso. Caminé hasta el costado de su cama y me senté en está quedando a pocos centímetros de su rostro, me incliné hacia al frente depositando un pequeño y cálido beso en la comisura de sus labios y luego lo envolví en mis brazos con cuidado de no lastimarlo. El pelinegro correspondió con rapidez a cada uno de mis gestos.

— Nos veremos pronto – dije, por último.