Capítulo 19

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“¡Es una zorra!” “Siempre estaba con el…” “No me sorprende ese comportamiento de ella” ¡Aun cuando él tenía novia ella seguía encima de él! “La verdad creo que ambos se acostaban en secreto” “No sabía quién era ella hasta ahora”” pobre chica todos se enteraron de la verdad” “Se acostó con uno de segundo solo para llamar la atención”

Esos eran la clase de comentarios que me había tenido que enfrentar durante todo el día. Ayer por la noche recibí una notificación de Instagram en la cual me habían etiquetado, la abrí encontrándome con un hilo larguísimo de una persona que contaba detalladamente como yo me había acostado con su novio, como siempre intentaba llamar la atención de chicos mayores que no y eso explicaba por qué siempre estaba sola. En pocas palabras, era una zorra. Por cuestiones del destino, todo esto se había vuelto viral.

— Young… - Llamé a la pelinegra. Esta se había estado escondiendo de mi durante toda la semana, no me hablaba y mucho menos permitía que la vieran conmigo. - ¿Podemos hablar?

— Hana… - respondió en forma de respuesta. Se movió un poco incómoda en su asiento. Pude notar como varias personas ponían atención a nuestra conversación, la cual era supremamente silenciosa, pero aun así la tensión se podía cortar con un chuchillo de plástico. - ¿Necesitas algo?

— Necesito hablar contigo…

— ¿Sobre qué? – preguntó. Su voz sonaba cortante.

— Sobre lo que todos hablan y lo que sucedió antes de eso. – La pelinegra me miró por unos segundos hasta que se agacho para alcanzar algo de su bolso, esta abrió varios compartimentos hasta que sacó unos pequeños objetos.

— Creo que esto es tuyo, los dejaste cuando te quedaste a dormir con mi novio. – esta estiró el listón color amarillo y mis pendientes favoritos. – No sabes cuanto traté de ser tu amiga Hana, enserio lo intenté, pero Jungkook lo aceptó todo, aparte que estabas enamorada de él.

— No sé que rayos te dijo, pero no sucedió nada – respondí de inmediato. – Yo jamás habría hecho eso somos amigas.

— ¿Entones está bien si me voy a dormir a casa de tu novio sin tu saber? – preguntó de una manera sarcástica. - Puedo irme con Jimin si quieres.

— Young, basta – le pedí. – No metas en esto a Jimin, el no tiene nada que ver.

— Pues tu fuiste la que comenzaste con esto, podré ser amable y delicada, pero no dejaré que me arruines, se que este siempre fue tu plan desde el principio, pero no dejaré que me arruines. Te pido que por favor te vayas.

— ¿Fuiste tú quien escribió eso en Instagram? – La pelinegra miró a todos lados antes de responder, se veía fastidiada por la pregunta. - ¿Lo hiciste no es

— Mejor vete Hana.

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¿En esto se había reducido mi vida? Me levantaba todas las mañanas, me vestía, arreglaba mi mochila, comía un poco y me encaminaba a hacia el infierno. Miradas, habladurías, notas en mi casillero, chistes, todo lo que te pudieras imaginar. Los chicos hoy en día si que eran creativos. Pasaba las primeras horas y de inmediato me iba a comer algo, ¿La cafetería? No era una opción para mí, lo que en un pasado fue mi lugar favorito ahora solo estaba lleno de idiotas. Iba al parque o las gradas de la pista de atletismo, me ponía los audífonos y comía en silencio, terminaba y regresaba a las horas que me faltaban. A la salida, rezaba por poder salir temprano o algo por el estilo entonces no tenía que escuchar comentarios estúpidos de camino a casa. Eso era en lo que se había convertido mi vida en la última semana.

Era la hora del almuerzo y esta vez había decidido sentarme en el parque central de la escuela. Era un día soleado precioso últimamente me estuve sintiendo mejor y ese día en particular ya que había hablado con la profesora de matemáticas y me había permitido repetir el examen, no me darían la nota entera, pero tampoco tendría un fracaso como calificación fina. Como decía, era un día hermoso y soleado, pero pronto empecé a ver como las nubes cargadas de agua se empezaban a formar sobre nuestras cabezas. Antes de que todas mis cosas se mojaran decidí regresar al interior del edificio, vacilé un poco cuando me vi encerrada entre unos chicos que eran sumamente desagradables, estos habían sido pioneros en cuanto a todo el tema que se movía sobre mi y otros chicos. Decidí pasar rápido, entonces, evitaba escucharlos o mejor aún tener algún contacto con ellos. Me armé de valor y pasé lo más rápido que mis piernas me lo permitían, pero aún así no me salvo del golpe que sentí sobre la parte posterior de mi falda. Me había dado una nalgada, se había atrevido a tocarme.

Me detuve en seco y traté de contar hasta tres para poder calmarme. Entonces sentí como las gotas de agua empezaron a caer sobre mí. La tormenta había llegado.