CAPITULO 19"Elegir duele"

El viento del atardecer soplaba más fuerte de lo normal.

Ariana estaba sentada en el mirador del acantilado, con las piernas cruzadas, el cabello alborotado y dos cartas en el bolso: una que había recibido de Elías, y otra que Gael le había dejado en su pupitre esa misma mañana, con una flor entre las páginas.

Dos mundos.
Dos formas de amar.
Dos versiones de sí misma.

Elías no volvió a insistir después de entregarle la carta. Había cumplido su parte. Se había expuesto. Se había roto frente a ella.
Y ahora esperaba. No con esperanza ingenua, sino con dignidad.

Gael, en cambio, había sido todo paciencia. Sin presiones. Sin demandas. Pero también con señales. Como esa flor. Como ese poema.

“A veces no se trata de lo que el corazón recuerda,
sino de lo que el alma necesita para sanar.”

Ariana leyó ambas cartas una vez más. Las dobló. Las guardó.
Y pensó.

Pensó en las risas que solo Elías le había provocado.
Pensó en la paz que solo Gael le había dado.
Pensó en lo mucho que había cambiado desde aquel primer día de clases.
Y en lo sola que se había sentido en medio de todo.

Luego, respiró hondo.
Se levantó.
Y decidió.

Esa noche, escribió un mensaje.

“¿Podemos hablar? Tengo una respuesta.”

Pero justo cuando iba a enviarlo…

una llamada entró.

Un número desconocido.
El corazón se le detuvo un segundo.

—¿Ariana? —dijo una voz al otro lado—. Soy del hospital.
—Es sobre Elías. Tu número estaba entre sus contactos frecuentes…

Ariana sintió que el suelo desaparecía.

—¿Qué pasó?

—Sufrió un accidente. Un choque. Está estable, pero necesita acompañamiento urgente.

El teléfono se resbaló de sus dedos.
El mensaje quedó sin enviarse.
Y con él… su decisión también.

Minutos después, Ariana corría bajo la lluvia sin importar nada.
Ni el mensaje sin leer de Gael.
Ni su cuaderno, empapado.
Ni sus planes.

Porque justo cuando pensó que podía cerrar un capítulo…
la vida volvió a abrir una herida.