CAPÍTULO XXIII: DIRECCIÓN CONTRARIA

En el estacionamiento primero entró en escena Alex

—¡ESPEREN! —grito Alex— necesito hablar contigo —Alex viendo a Kevin—

Sofía no necesitó mayor explicación, solo observó y sonrió.

—No puedo ¿quién llevará a Sofía?

—Yo la llevaré —respondió Daniel—

—Vayan con cuidado.

Daniel subió en su imponente moto color blanca y le entrega el casco a Sofía —¡Sube!

—Solo dije que iría contigo para que ellos se fueran tranquilos

—Sube o te subo —ordenó serio Daniel— actitud rara en él dado que su mayo cualidad y característica es su amabilidad.

Sofía no tuvo mayor opción que subirse, no le gustaban los escándalos y quería evitar uno, era consciente que sí se negaba a subirse Daniel cumpliría su amenaza de subirla y para hacerlo armaría el escándalo del año. No tuvo de otra, se subió y medio que lo tomó de los hombros para sostenerse, pero Daniel no arrancó.

—¿Qué pasó? ¿Por qué no avanzas? —cuestionó Sofía— ¿me vas a llevar o no?

—Porque no te estás sosteniendo correctamente —Daniel tomó los brazos de Sofía y rodeó su cintura con ellos— ¡Abrázame fuerte!

Recién cuando Sofía lo hizo partieron

Sin embargo, Sofía notó que no iban en dirección a su casa (de sur a norte) iban en sentido contrario (de norte a sur).

Daniel solo seguía en ruta y no se detuvo para nada, estuvieron montados por dos horas aproximadamente. Hasta que llegaron a una hacienda en Cieneguilla.

Una persona le abrió la puerta.

—Hola Dalio, soy yo.

—Joven Daniel es usted, pase por favor.

—Ella es Sofía, viene conmigo, es mi invitada.

—Bienvenida señorita Sofía

—¡Hola! Mucho gusto Dalio

Sofía y Daniel bajaron de la moto, mientras Daniel cuadraba su moto Sofía estaba entre sorprendida y anonadada admirando el lugar.

—¿Dónde estamos? —cuestionó Sofía—

—En la hacienda de mi abuelo también es un club —habla Daniel mientras asegura su moto— y el lugar en el que busco inspiración.

Sofía estaba maravillada, el lugar era hermoso lleno de flores y casas rusticas. Daniel tomó de la muñeca a Sofía y la jaló hacia la recepción.

—Buen día joven ¿La misma cabaña?

—Sí por favor