Reunión a media noche

Esa misma noche, después de que todo se calmara, el equipo se reunió en la base. Una casa vieja abandonada, con luz tenue, olor a café y mapas llenos de marcas rojas.

Leo estaba sentado en la mesa, con una manta en los hombros y una bebida caliente entre las manos. Aún tenía el temblor del encuentro con la Muerte.

Sonic entró a la sala, se quedó frente a él y dijo:

—Lo que vi hoy… no es normal, Leo.

Leo bajó la mirada.

—Ya nada en mi vida es normal.

Hiro, que estaba revisando unos documentos, intervino:

—Hay cosas que no sabemos sobre ti. Cosas que ella —la Muerte— parece conocer muy bien.

Sonic se sentó a su lado.

—El Resplandor Azul… ¿cuándo empezó?

Leo dudó. Tragó saliva.

—El día del accidente —dijo finalmente—. Cuando… cuando mi abuelo…

Su voz se quebró. Sonic le puso una mano en el hombro.

—No tienes que contarlo todo si no quieres.

—No, está bien —respondió Leo—. Ese día… cuando la explosión pasó, yo sentí algo que entró en mí. Algo que no era mío. Algo… vivo.

Hiro dejó caer el lápiz.

—¿La Muerte te marcó?

Leo negó con la cabeza lentamente.

—No. No fue ella. Fue… otra cosa.
Algo azul. Algo que me protegió.

Un silencio pesado cayó en la sala.

Sonic frunció el ceño.

—Entonces no solo la Muerte te quiere —dijo—. Hay otra cosa ligada a ti.

Leo apretó la bebida entre sus manos.

—No sé qué soy. No sé por qué ella me quiere muerto. No sé qué es esta energía azul que aparece cuando estoy al borde del miedo…

Sonic sonrió un poco.

—Pero estás vivo —dijo—. Y eso, para ella, es una ofensa.

El equipo rió suave, quitando un poco la tensión.

Mientras tanto, Leo miró por la ventana.
La luna estaba llena, brillante, casi azulada.

Y por un momento, pensó ver una sombra caminando entre los árboles.

Observándolo.

Esperando.

La Muerte no había terminado con él.
Y lo peor de todo…
el Resplandor Azul tampoco.