capitulo 10"Mi corazón dice su nombre

Ashley

Han transcurrido varios meses desde que he compartido dos besos con Rubén. Cada uno de sus besos se ha convertido en una adicción para mí, similar a una droga que me provoca el deseo de querer besarle todos los días. Además, podemos afirmar que oficialmente estamos en una relación. Recientemente leí un libro que hablaba sobre un protagonista que se mete en las profundidades de sus emociones, mientras enfrenta un tumulto de sentimientos contradictorios.

Una remembranza de momentos vividos, en la cual el nombre de esa persona tan significativa se repite de manera incesante en sus pensamientos. Este nombre aparece de forma inesperada en cada rincón de nuestra vida diaria, como si cada actividad, cada lugar o cada pequeño detalle estuviera impregnado de su presencia. Es como si los ecos de los recuerdos compartidos se manifestaran en cualquier instante, recordándonos su importancia y la huella que ha dejado en nuestro camino.

A medida que se desarrolla el capítulo, el protagonista comienza a meterse en una profunda reflexión sobre los momentos vividos y las experiencias que han marcado su vida de manera indeleble. En su mente, los recuerdos aparecen con vividez a través de flashbacks que se entrelazan con la realidad que lo rodea. Cada uno de estos retazos del pasado se convierte en un viaje emocional, donde cada pequeño detalle cobra vida. Por ejemplo, la melodía de una canción que resuena en sus oídos lo lleva instantáneamente a un momento específico compartido con esa persona especial, recuerdando risas, susurros y secretos que parecieran haberse grabado en su memoria. Igualmente, el suave aroma de una flor lo transporta a un instante de intimidad, recordándole el día en que ambos disfrutaron de un tranquilo paseo por el parque, rodeados de naturaleza y alegría. Estos instantes se entrelazan con su presente, creando un mosaico de emociones que lo hace palpar lo que fue y lo que todavía significa para él.

El diálogo interno del protagonista se intensifica a medida que profundiza en sus emociones. Por un lado, experimenta una inmensa alegría al rememorar momentos significativos; sin embargo, esta felicidad se ve ensombrecida por la profunda tristeza que lo embarga al comprender la enorme distancia que lo separa de la persona que le provoca tales sentimientos. La tensión entre su intenso deseo de acercarse a esa persona y el miedo paralizante al rechazo se hace evidente, generando una atmósfera cargada de ansiedad y un profundo anhelo. Este conflicto interno cobra vida a través de sus pensamientos, reflejando la complejidad de sus emociones y la dificultad de tomar una decisión.

El capítulo no se limita únicamente hablar sobre el tema del amor romántico; además, se adentra en la idea de la conexión emocional profunda que existe entre las personas. A lo largo del texto, se analiza cómo los nombres, así como los recuerdos compartidos, pueden ejercer una influencia poderosa y transformadora en nuestras vidas. Se ilustra cómo estos elementos pueden forjar vínculos significativos, afectando nuestras emociones y nuestras experiencias de una manera profunda y duradera.

En este momento me encuentro en mi habitación, realizando una videollamada con mis amigos que están en Barcelona. De repente, recibo una videollamada de mis mejores amigas. Como creo que sería genial que se conozcan, decido invitarlas a unirse a nuestra videollamada.

Cuando mi pantalla se divide en múltiples recuadros y comienzan a aparecer los rostros familiares de mis amigas, siento una oleada de alegría y nostalgia. Primero son , Nuria y Carla, mis queridas amigas de Barcelona . A través de la pantalla, sus risas resuenan con esa calidez que tanto anhelo, y sus voces me llegan cargadas de recuerdos que me atrevería a decir que echo de menos más de lo que expreso.

Después, se suman , Camila y Julia . En ese momento, me veo en la necesidad de hacer una presentación, como si estas dos partes de mi vida fueran universos diferentes que ahora intento conectar.

—¡Así que ustedes son las famosas chicas de Barcelona! —exclama Nuria desde su habitación en Italia, con una sonrisa curiosa en su rostro. Su entusiasmo parece iluminar la pantalla, creando un puente que une no solo sus miradas, sino también las memorias y experiencias que compartimos entre todas.

—Y ustedes, las que han logrado que Ashley esté tan feliz últimamente

—replica Julia con un tono travieso, desde su habitación en Barcelona

Me río. Estoy en una posición intermedia, entre dos hogares que representan diferentes facetas de mi vida. Siento que hay dos versiones de mí mismo que, después de mucho tiempo, finalmente están teniendo la oportunidad de encontrarse y reconocer su existencia mutua. Esta experiencia me llena de emoción y una cierta ligereza, como si todos los fragmentos de mi ser finalmente estuvieran comenzando a armonizarse.
Tras disfrutar de las primeras risas y momentos divertidos, decidimos iniciar un pequeño juego improvisado titulado: “¿Quién es más probable que…?”. Las preguntas se formulan al azar, entre risas y bromas amistosas que llenan el ambiente de alegría. Fue entonces cuando Martina, con una sonrisa traviesa en el rostro, lanzó una pregunta que llamó la atención de todos:

Sin lugar a dudas, todas ellas pronuncian mi nombre. Me llevo las manos al rostro, tratando de ocultar mi expresión, mientras una risa nerviosa escapa de mis labios.

—¿Qué? ¿Yo? —tartamudeo, sorprendida.
—Ashley, por favor —interviene Nuria con tono juguetón

—. Se nota incluso a través de la videollamada. Tienes esa sonrisa tonta que delata a alguien que no puede dejar de pensar en otra persona durante todo el día.
Me quedo en silencio durante un segundo. Porque lo que siento es real. Mi mente se llena de pensamientos sobre Rubén: su voz suave resonando en mis recuerdos, sus manos cálidas y fuertes, y la forma en que me mira, como si pudiera ver mi esencia. En medio de esta introspección, me escucho decir: