El examen decisivo

Sonic entró al aula con la mejor actitud, una sonrisa confiada en el rostro. Hoy no era solo otro día; era el día en que demostraría que podía participar en los eventos deportivos del instituto.

—¡Vamos a darlo todo! —se dijo a sí mismo mientras se dirigía a su lugar.

La primera parte fue académica. Las preguntas no parecían un gran desafío para él, y Sonic las resolvió con rapidez y precisión. Miradas sorprendidas se cruzaban entre sus compañeros, pero él seguía concentrado.

Luego llegó la parte física: velocidad, coordinación y habilidad en juegos de destreza. Sonic se movía con fluidez, esquivando obstáculos, corriendo de un punto a otro y ejecutando cada prueba con gran control y seguridad. La confianza que tenía se notaba en cada movimiento.

Pero las pruebas más desafiantes estaban por llegar: resistencia y fuerza. Los otros estudiantes mostraban signos de agotamiento, mientras Sonic se mantenía firme, su energía parecía inagotable. Cada esfuerzo que realizaba se ejecutaba con precisión y poder, levantando pesos y completando circuitos que dejaban boquiabiertos a los examinadores.

Al final, cuando anunció que Sonic había superado la mayoría de pruebas con soltura y las de fuerza y resistencia con honores, sus compañeros no pudieron evitar mirarlo con admiración y un poco de sorpresa.

Entre la multitud, Emili le lanzó una sonrisa de aprobación y un gesto de ánimo.
—Sabía que podrías hacerlo —susurró mientras lo veía pasar.

Sonic, sintiendo un ligero calor en el pecho, asintió con humildad. No necesitaba palabras para saber que había dado un gran paso hacia formar parte del equipo en los eventos deportivos.

Ese día, más que un examen, se convirtió en un recordatorio para Sonic: la confianza en sí mismo y el esfuerzo eran sus mejores aliados, y que incluso los desafíos más duros podían superarse con la actitud correcta.