Ecuación del alma: dolor y amor

Ecuación del Alma: El Dolor como Herramienta y el Amor como Sustancia

El mundo clama por la dicha sin fisuras, Un sol perpetuo, un cielo sin dolor; Ignoran que el frío es la medida Que al calor le da su verdadero valor.

El dolor no es el fin, sino la herramienta Que el alma escoge para ser cincelada; Es el fuego que funde, la fuerte tormenta Que deja la tierra, fértil y regada.

I. La Belleza de la Herida Abierta

¿Qué es la dicha, sino la cicatriz sanada? La prueba de que el alma resistió el embate. La herida fue un portal, una encrucijada, Que abrió el corazón a un amor sin debate.

Quien nunca ha llorado la ausencia rotunda, No sabrá el milagro de un reencuentro tenue; Quien no ha conocido la noche profunda, No honrará la luz del abrazo perenne.

El dolor nos regala la perspectiva, La humilde certeza de ser tan fugaces, Y nos fuerza a ser seres de alma activa, A anclar el momento en los brazos capaces.

II. La Sustancia del Amor Incondicional

El Amor, por sí solo, es aire, es deseo, Una promesa dulce que el viento puede borrar; Pero el Amor unido al Dolor es el credo, El mármol pulido que no puede quebrar.

El Dolor es el crisol, la hora más lenta, Donde el Amor se prueba en su fiel dimensión; No es amar la risa, la fuerza que alienta, Es amar la grieta, la humana imperfección.

Amamos al ser que nos ha permitido Ver nuestra sombra y la ha besado igual; No es un simple adorno, es el don prometido, La fórmula perfecta, la danza esencial.

III. La Coordenada de la Felicidad

El Dolor fue la 'X', la incógnita amarga, Que nos hizo buscar el profundo sentido; El Amor fue la 'Y', la luz que recarga, El eco que dice: "Jamás te has perdido."

La Felicidad no es un estado, es la suma, El justo resultado de un cálculo audaz; Es la vida que crece a través de la bruma, Sabiendo que el Dolor tiene un sitio de paz.

Es saber que la lágrima es agua de vida, Y que el amor florece en la tierra que duele. Esta es la Ecuación del alma elegida: Dolor más Amor es la Dicha que envuelve.

Es el arte de estar roto y sentirse completo.

Es nuestra anatomía del abandono, según quién te amó.