XXII. EPÍLOGO

A la entrada central del paraíso se encontraban los arcángeles esperando a su hermano para darle las últimas nuevas.

-¿Cómo te fue?-. Quiso saber un resignado Gabriel.

-Conseguí el Omnes, es lo único que debe importarles.

-Por eso tienes ese nombre, por fiel-. Una mujer madura, con hermosa melena escarlata y grandes ojos oscuros se acercó.

-Santa Lena, a sus pies.

-Toma éste papiro, y ábrelo cuando estés a solas con tu alma gemela.

-¿Cómo dice?

-Que volverás a ver ese amor, no me podría permitir que se separaran dos seres que se aman como lo hicieron conmigo.

Jofiel estaba confundido, esa parálisis emocional se desvaneció.

-Eso significa que, ¿qué volveré a la tierra?

-Eres un suertudo, pero te estaremos vigilando-. Le afirmó Uriel.

Sus compañeros de batalla se regocijaban con su felicidad, estaría de nuevo con la mujer que amaba.

-Sólo que tienes que pagar el precio-. Advirtió Zadquiel.

-No importa, sea cual sea, está bien, todo por volver a estar cerca de Chantal.

-¿Hasta renunciar a ser arcángel?-. Amenazó Gabriel.

-Lo que sea, sólo pídamelo Santa Lena.

-Tienes que renunciar a tu divinidad y ser un simple humano.

-Acepto-. Dijo sin titubear.

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Los villancicos sonaban por las calles gracias a las luces navideñas. Con chamarra, gorro con orejeras, bufanda y guantes, Chantal se dirigía a su lugar especial para adquirir un nuevo mundo mágico.

-Buen día Olivia-. Saludó a la bibliotecaria que iba llegando para abrir la biblioteca.

-Chantal, feliz navidad, te caíste de la cama.

-Feliz navidad, así es, es que le voy a ayudar a mi mamá en la lavandería y quise venir por algo de entretenimiento.

-Muy bien, pues pásale, hay Jesucristo resucitado, hace mucho frío.

-Sí, yo hasta traigo guantes.

-Lo bueno que adentro está calientito.

-Gracias.

Chantal caminó hacia el pasillo dónde encontraría alguna historia navideña, veía entre los libros algún tema de interés.

-Te aconsejo que leas la navidad de los ateos.

Al escuchar su voz volteo a verlo, se quedó paralizada y escuchó esa misma voz que le decía “búscame en el interior de tu ser”, comenzó a llorar y corrió hacia él. Se abrazaron como si en verdad había pasado mucho tiempo sin verse. Así que hicieron lo obvio, se besaron para recuperar el tiempo perdido.

-¿Qué haces aquí?

-Digamos que una persona abogó por nuestro amor.

-¿Qué persona?

-Ella vio cómo se sacrificaba el hombre que amaba hace algunos siglos, y no quería que dos seres enamorados se separaran de nuevo. Además me dijo que leyera esto contigo.

Al abrir el papiro tenía escrito el mensaje:

Una vez que beses a tu alma gemela el Omnes se dividirá entre los dos, vivirás tu vida como la llevaste antes de saber quién eres. Ahora sólo depende de ti no arruinar tu oportunidad y amar fielmente, y honrar a tu padre, tus hermanos seguirán cuidando de ustedes, sólo ustedes sabrán lo que ha pasado, para que puedan proteger el Omnes con la energía de su amor sin fin.

-¿Entonces te digo Guillermo ahora?

-Para ti seré Jofiel.

Se volvieron a besar y mientras caminaban a la lavandería se ponían de acuerdo para celebrar a lo grande la noche buena, la comida que prepararían y los juegos que harían para poder desvelarse.

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Chantal se despertó temprano para ayudarle a su mamá a preparar el mole rojo para hacer los tamales. Mientras que Cristina prepararía la masa. Al terminar de hacerlos, en lo que esperaban aseaban la casa para recibir a los invitados.

-Este va hacer un buen inicio de año.

-¿Por qué lo dices mamá?

-Pues, ahora que Guillermo y tú ya se arreglaron has estado más acomedida, te sienta bien tener un novio decente.